26.09.2011 - De alcanza pelotas a “dueño” del fútbol uruguayo, Francisco “Paco” Casal cuenta que "yo empecé con un fitito y hoy ando con una Ferrari. Y si quiero me puedo comprar diez Ferraris (...) Para vender futbolistas a un determinado nivel, tenés 100 dólares de traslado en taxi, más 400 de hotel, unos 550 diarios de teléfono, unos mil dólares de cena. Porque son cenas que abrís con champagne y cerrás con cognac francés, ¿entendés?"
Después de pasar con menos gloria que pena por el fútbol (Defensor, Atlético Madrid, Racing de Santander, Nacional, Fénix y Vasco Da Gama), a comienzos de los 80 se convirtió en empresario "para tener un medio de vida, pero fundamentalmente para dignificar al jugador", recuerda quien es desde hace 20 años el representante de la mayoría de los jugadores uruguayos y monopoliza los derechos televisivos del fútbol uruguayo desde hace 13.
El primer jugador representado fue Juan Ramón Carrasco: “Nos habíamos hecho muy amigos en Nacional. Cuando volvió del Atlético de Madrid no estaba bien económicamente. Cuando los Tecos de México le hicieron la oferta a Racing, yo quería que me acompañara, y le dije: ¿Por qué no hacés de representante mío? Así arrancó.”
Una noche me encontró en la cancha de Ferro Carril Oeste. El equipo de Timoteo enfrentaba a River que venía con ese tal Francéscoli. Y resultó, como venía resultando, que el que habían comprado como el fenómeno uruguayo no cuajaba. Era 1983 y Enzo, otra de las primerizas representaciones de Casal, luego triunfó. Pero para eso…
Nuestro amigo Roberto Martínez (periodista e hijo del homónimo jugador del Espanyol y Real Madrid) trajo a cuento en su blog una anécdota de aquellos tiempos (contada por un empresario español del fútbol) en los que Aragón Cabrera era reemplazado en la presidencia por Hugo Santilli.
“El ‘Príncipe’ no se adaptaba -el cambio de Montevideo Wanderers a River Plate había sido muy grande- y el equipo había tomado un atajo para despeñarse por el precipicio y perder la categoría. Nunca antes River había estado tan cerca de descender a la B.
Hugo Santilli ganó las elecciones y asumió la presidencia prometiendo una revolución. Y cuenta el relator del gag que una de las primeras decisiones que Santilli iba a tomar era vender a Francescoli con urgencia para repatriar a Norberto Alonso, quien estaba ‘exiliado’ en Vélez Sársfield. Santilli se la había tomado con Enzo. Se lo quería quitar de encima sí o sí porque había hecho girar su campaña electoral alrededor de la posibilidad de traer a Alonso otra vez al club.
¿Qué hizo Paco Casal? Según cuenta nuestro narrador, se enteró en una cena de negocios de que a Hugo Santilli lo volvía tan loco Moria Casán, que deseaba tener la posibilidad de poseerla para sentirse realizado… y decidió contratar a la vedette. Casal propició una nueva reunión con Santilli para evitar que el presidente malvendiera a Enzo y mientras, había atado sus planes. Santilli volvió a insistir en que por la economía del club y por el rendimiento del jugador quería vender a Francescoli y ante la imposibilidad de convencerle, Casal le dio la llave de un piso céntrico y le dijo: “Tenga Hugo. Vaya a este lugar. Descanse. Pásela bien. Y mañana continuamos hablando del tema”. Santilli concurrió a aquel departamento, se encontró ante la ocasión de hacer realidad su sueño y al día siguiente acordó con Paco Casal la continuidad de Enzo Francescoli en el club."
(continuará...)
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Todo bien con Moria, pero... mirá que tenías para elegir Santilli!!!
ResponderBorrarUn divino Paco Casal.
Suscribo al comentario de arriba...
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ResponderBorrarSi sirve de atenuante, hablamos de años 83/84.
ResponderBorrar¿Y Nelson?
ResponderBorrarSí, es verdad, Moria de joven andaba mejor. Igual seguía habiendo otras más lindas no?
ResponderBorrarSi esto es cierto, ¿podemos afirmar que River le debe uno de los grandes ídolos de su historia a un jugador mediocre que después se hizo empresario garca porque no le daba para otra cosa y a una vedetonga toga?
Otra: ¿quién le habrá mandado a Jésica Cirio a don Pedrito P.? Empiecen a averiguar que capaz era por un pase, je.
Cuantos argentinos tomaron de esa teta...
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