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3 de noviembre de 2011

Guillermo Cóppola: El Representante de Dios.


03.11.2011 - Con un lenguaje coloquial, ganchero, jactancioso y porteño, Guillermo Cóppola (en off) relata anécdotas sobre imágenes y dramatizaciones musicalizadas. Plagada de omisiones y ambigüedades su historia al lado del más grande jugador de todos los tiempos se cierra con las sucesiones del cuento (introducción, nudo y desenlace).

Una dialéctica de Bambino, con pasajes Galimbertianos, pero con las luces y el glamour del mundo reemplazando a las del barrio. “A mí no me movió el pelo nadie, ni el presidente de la Coca Cola, ni el de la Metro Goldwyn Mayer, ni Khadafi, pero Berlusconi sí… ese me gustaría ser.”

No podía ser de otra manera. Un personaje como él no podría haber vivido sus años de gloria sino en los años 90, cuando un neoliberalismo de pizza con champán y ricos repentinos se multiplicaron en las tapas de las (consumidas) revistas argentinas. Así, “Guillote” cuenta (muy satelitalmente) como llegó de empleado bancario a tener una mesa permanente en un restaurante de Nápoles, “como los jefes de la camorra”, teniendo en medio su propia oficina en bancaria donde se “volteaba” minas y recibía a jugadores en short y ojotas, “era el Padrino”.

Si bien la película alterna buenos climas (logrados con giros tonales y efectivas combinaciones de música e imagen), victimizaciones con “vivezas” y encanto con desencuentros, nunca deja de sostener una línea de “simpático” desparpajo, desigual narcisismo y altiva jactancia. Para hablar de sí mismo invoca a Roma y a Jesús… nada menos…

Alguien sabe quién creó la profesión de abogado… seguramente hay que remontarse a Roma, a las leyes… ¿y la profesión de carpintero? Don José, el padre de Jesús… y cuando se preguntan ¿y la profesión de representante?... ahí seguramente, te dicen Cóppola…” empieza, ambicioso, el cuento (o tocuén).



Las anécdotas que edulcoran la relación Maradona – Pelé están entre los momentos más logrados del relato, junto a la Ferrari negra y al “retiro espiritual cubano”, en el otoño de la relación que precede al inevitable final.

“Tengo una familia hermosa, gimnasio, boliche, amigos, negocios… y hoy hice esta película…” termina Cóppola, cómo dándose ánimo o avisando que está vivo.

Cóppola habla en retrospectiva. Jactándose de su carisma, de infinitas anécdotas, de una experiencia que considera delegable, de “voltearse” mil mujeres y de haber conocido a las más importantes personalidades mundiales. Pero sin producir nada, siendo el mayordomo de una figura y sin haber logrado su sueño de jugar al fútbol.
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5 comentarios:

  1. me gusta cuando la promesa es cumplida....los caballeros de la comunidad psicopata el trebol se lo agradece

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  2. Como parte de la hermandad lo invito a disfrutar el filme.

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  3. Se ve que no te gustó el film, a mí la última parte me gustó, al principio me parecía medio un embole.


    http://blaugranatv.blogspot.com

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  4. @Gabo: el film me parece bien hecho y entretenido.

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  5. Cóppola andá a laburar.

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