02.10.2013 - Yassin es delantero, juega sin botines y él mismo es un botín. Hoy juega en el equipo porque sobrevivió a un ataque nocturno en el que intentaron cortarle los pies y las manos. Su hermano no tuvo mejor suerte: fue decapitado y mutilado en los campos donde sabían jugar al fútbol.
La (oscura) y temeraria noche de Tanzania está poblada de espectros: “Son fantasmas humanos, no son personas reales… ellos no mueren, sólo desaparecen”, dice un minero en el documental “John Haule”. Habla de los albinos.
“Cada noche, cuando nos sentamos a comer, tengo miedo de lo que pueda pasar”, cuenta un chico de 8 años en el documental “La Maldición” (Al Jazeera). Porque los albinos, en África y particularmente en Tanzania, son presa de caza.
Allí se los desprecia y margina. Incluso se escupe a su paso para ahuyentar su estela o contagio. Pero muerto, un albino es un tesoro. Pelo, manos, pies y genitales de un albino son considerados objetos mágicos y utilizados por hechiceros locales para elaborar sus pócimas.
Un 35% de la población tanzana vive por debajo de la línea de pobreza y la gran mayoría subsiste con un dólar al día. Allí mismo una parte de albino cotiza unos u$s 2000 y un juego completo de extremidades se llega a pagar hasta u$s 75.000.
Se calcula que en el mundo hay un albino cada 20.000 personas, pero el misterio de Tanzania es que varía esos números para llegar a un albino cada 1400 personas (unos 170.000 en el país).
Estos números dan una creciente demanda de mercenarios que se traduce en noches de horror poco susceptibles de cuantificación estadística.
Los albinos que viven fuera de la capital (Dodoma) transcurren en crónico peligro. Abandonan sus familias y forman tribus propias en zonas tan rurales como apartadas, rogando no ser vistos y pululando en la oscuridad: el sol es su demonio y mueven los ojos sin parar porque no pueden controlar la cantidad de luz que entra en ellos. La falta de pigmentación los hace propensos al cáncer de piel (80%) con lo que su esperanza de vida ronda los 30 años. Pero esa oscuridad buscada es la misma que esconde las trampas nocturnas.
En "El club de los albinos", documental producido por National Geographic, un hechicero cuenta que “Normalmente, hacemos las pociones con huesos de albinos. Hasta ahora no he matado a nadie. Pero si sé que alguien tiene huesos de albino, se los compro para hacer pociones”.
En “La Maldición” (Al Jazeera) el niño que le teme a la noche cuenta que su hermano de 8 años aún está en el hospital con la mano cercenada. Su padre y su madrastra (ahora presos) lo vendieron a un mercenario que cenó con ellos sentado a la mesa mientras mutilaban al chico en el fondo.
Más de 100 albinos tanzanos fueron asesinados en los últimos cinco años. La secretaria de Derechos Humanos de la ONU, Navy Pillay, condenó los “crímenes horrorosos” de niños albinos luego del crimen de uno de 7 años en enero (2013). El gobierno del país tomó varias medidas para frenar el exterminio como nombrar diputada a la albina Al Shymaa Kway Geer o suspender las licencias de todos los curanderos, pero la más eficaz acaso sea la que brotó de la propia comunidad albina y tiene al fútbol como canal.
Albino United surgió en 2010 con el afán de “demostrarle a la gente que somos humanos", según Mau (integrante del plantel) y se compone (casi) únicamente de jugadores albinos. Charles (24), el arquero, es el único jugador negro del equipo: “Mis compañeros de equipo no ven bastante claro para defender la portería. Sus ojos son demasiado claros y sensibles a la luz. Es mejor que yo me ocupe de parar y ellos que corran y de vez en cuando marquen un gol”.
Todas las tardes, entre las 17 y las 19, junto al hospital oncológico de Dar es Salaam se reúne a entrenar el equipo dirigido (y fundado) por John Haule: “Todos creían que estaba loco y que además era muy peligroso”, cuenta el DT.
Con camiseta verde y vivos amarillos, Albino United comenzó a competir en la Tercera División del fútbol de Tanzania. Los primeros pasos fueron difíciles: partidos al crepúsculo, derrota tras derrota, risas multiplicadas y efecto boomerang (?).
El primer partido lejos de su estadio lo jugaron en Mwanza, la zona en la que se produjeron más asesinatos. Un ómnibus cargado de albinos cruzó el país. 24 horas de viaje (escoltados por policía), un recibimiento aterrador y el eco de las burlas fueron el preludio de la primera victoria (0-2).
“Cuando perdíamos todos lo veían lógico porque pensaban que por ser albinos éramos inferiores, pero ahora que ganamos todos se preguntan como han podido perder contra un equipo de albinos. En ese momento empiezan a entender que no hay diferencias entre unos y otros“, dice Yassin.
Albino United terminó la temporada en cuarto puesto (7 victorias en 11 partidos) y se convirtió en una sensación en Tanzania, llegando a jugar el último partido de la campaña ante 60.000 espectadores en el Estadio Nacional. Fueron (y son) fotografiados, reporteados y publicados. Fueron los invitados por la FIFA al Mundial de Sudáfrica, besaron la Copa del Mundo, compartieron un entrenamiento con Didier Drogba y otro con los Elefantes de Costa de Marfil.
Hoy sueñan…la Vodacom Premier League (Primera División) es la meta.
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