En la norteña Sialkot (provincia de Punyab) viven 3 de los 180 millones de personas que habitan Pakistán. Algunos autos nuevos sobre calles mejoradas son el parámetro que toman economistas ortodoxos para deducir que la ciudad se benefició de la globalización.
La producción de bicicletas, instrumentos quirúrgicos y artículos deportivos hace de su fisonomía una multiplicidad de talleres entre sembrados de trigo y aldeas de polvo. Desde 1970 la multinacional de los Dassler (Adidas) mueve allí grandes porciones de su producción según el mínimo costo de la mano de obra (globalización mediante).
La estatua de una enorme bola adorna la rotonda principal de la ciudad. No obstante, sus residentes prefieren jugar al cricket. En efecto, Pakistán, nación desde 1956, vivió muchos años bajo la bota inglesa.
La leyenda cuenta que Sialkot se convirtió en la capital mundial de la producción de balones de fútbol gracias a Syed Sahib, quién reparó una pelota de cuero para los militares coloniales ingleses hace un siglo para luego fabricar sus propios balones y terminar siendo (pos mortem) el nombre de una calle de la ciudad.
La producción de Sialkot llega a 40 millones de balones anuales, cifra que se incrementa en un 50% (60 millones) para los años de Mundial (70% de la producción mundial de balones de fútbol cosidos a mano), terreno en el que debutaron en 1982 produciendo para la fiesta de Naranjito (1982) dando ocupación a unas 70.000 personas.
Entonces, la gran demanda de balones hizo que Sialkot pusiera en funcionamiento su propia oficina de aduanas y los fabricantes dejaron de transportar sus mercancías hasta el puerto de Karachi (capital).
Recién el año pasado (2013), la ciudad abrió un moderno aeropuerto para permitir que los fletes aéreos de Adidas, Nike y Puma lleguen directamente a Sialkot a cargar los suministros que, particularmente, necesitan con urgencia. Sólo fletes, porque se sabe que los ejecutivos occidentales no se atreven a viajar a Pakistán (a pesar de que nunca hubo ataques terroristas en Sialkot).
El miedo de los gigantes del deporte hizo que ni siquiera se haya construido una red de distribución en el país, aunque la mayoría de sus productos se fabrican allí. Del mismo modo, empresarios paquistaníes tienen problemas para obtener visas para Estados Unidos y Europa. No obstante los precios, globalización mediante, permiten el negocio.
El miedo de los gigantes del deporte hizo que ni siquiera se haya construido una red de distribución en el país, aunque la mayoría de sus productos se fabrican allí. Del mismo modo, empresarios paquistaníes tienen problemas para obtener visas para Estados Unidos y Europa. No obstante los precios, globalización mediante, permiten el negocio.
En las puertas de Brasil 2014, se sabe que el estado de Sialkot como capital de pelotas de futbol está en alto riesgo. La rudimentaria tecnología del cosido a mano (que provocan imperfecciones y trayectorias de balón imprevistas) y la abolición del trabajo infantil hacen que, en el marco globalizado, las multinacionales no aumenten su paga sino que huyan a los mercados chinos de alta tecnología y precios moderados.
La unión térmica, utilizada desde 2006, produce una superficie más lisa y consistente. No obstante, Sialkot y Forward Group (uno de los contratistas de Adidas) llegaron a un acuerdo, levantaron un laboratorio de tecnología y ensayo y, por ahora, continúan con la producción mundialista.
Forward Sports (el mayor fabricante de balones de fútbol manufacturados en Sialkot) envía cada noche un camión a recoger las pelotas terminadas. Subcontrata a más de 100 talleres de costura (incluso unipersonales a puerta cerrada) que venden las pelotas entre € 5 y € 10 cada una.
La cadena convierte una pelota de fútbol de 63 rupias pakistaníes en un producto que cuesta más de € 100. Dependiendo del modelo, el empleador paga entre 55 y 63 rupias pakistaníes por bola ($ 0,65 a $ 0,75, € 0,48 a € 0,55).
"En un buen día me las arreglo seis bolas", dice Shaukat, un obrero del fútbol. Son ocho horas de trabajo, "eso no es un montón de dinero", dice mientras empuja una aguja a través de la piel sintética gruesa. Su jefe anda cerca, así que rápidamente añade: "Pero no es poco tampoco." Le pagan todos los sábados y tiene que alimentar a una familia de seis.
Gracias, es una información muy relevante, entre esto y los asesinados por Brasil y Dakar, vamos viendo que el deporte es mucho menos deportivo de lo que cabe esperar.
ResponderBorrarEl canal @itele informó que mientras el Brazuca cuesta 130 €, las mujeres de Pakistán que lo fabrican ganan 74 € /mes
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