El plantel de la selección chilena gozó de (un) día libre en plena competencia de Copa América (2015). Arturo Vidal (28), jugador chileno de la Juventus, sufrió un accidente automovilístico en la madrugada sobre la autopista a unos 25 kms de Santiago cuando regresaba del casino a la concentración.
Vidal viajaba con su mujer, María Teresa Matus, y chocó su Ferrari roja cuando viajaba a 160 kilómetros por hora. Detenido por la policía fue sometido al control de alcoholemia que le dio positivo (1.2 gramos por litro de sangre cuando la ley chilena establece el estado de embriaguez a partir de los 0.8 gramos) y no dejó de quejarse durante el arresto.
“¿Me vas a esposar a mí? Esposame pero te vas a cagar a todo Chile”, le dijo a la policía.
El hecho empezó a cobrar viral repercusión y, proporcionalmente, Arturo Vidal fue cambiando su perfil omnipotente, “bajando cambios” hasta llegar a pedir disculpas lloriqueando en conferencia de prensa.
Así, el “Rey Arturo”, el “Guerrero”, el “Gladiador”, el “Todo Terreno”, “Celia Punk” o “Kinnikuman” (tal es la colección de sus apodos), con su personal corte de cabello fue disculpado por la delegación chilena para que pueda continuar jugando la Copa América, mientras sobrevuelan los recuerdos de indisciplina chilena de la era Borghi.
Vidal jugando la apuesta máxima (140) en el casino y prepoteando al policía que va a esposarlo.
Su video personal en Twitter y la penosa conferencia de prensa.
No creemos como Pablo Zabaleta que un jugador de fútbol debe ser ejemplo para los jóvenes ni para nadie. Tampoco creemos natural o positiva la omnipotencia que genera un mercado desequilibrado que convierte en millonarios a muchachos de flojo carácter.
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