11 de junio de 2015

Estadio Nacional de Chile, el campo de concentración de Pinochet.


En un fondo del Estadio Nacional de Chile, donde hoy se inaugura la Copa América 2015 (Chile vs Ecuador), hay un sector de gradas de madera, no de plástico, que tampoco está flanqueado por una valla publicitaria, sino por unas rejas. Escrito en la parte superior está la frase “Un pueblo sin memoria es un país sin futuro”, lema que pretende convertir el sector del estadio en un museo permanente del horror. Allí vivieron 20.000 personas un improvisado campo de concentración durante dos meses: entre el 12 de septiembre de 1973 —un día después del golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet que derrocara a Salvador Allende— y mediados de noviembre.

El proyecto Estadio Nacional-Memoria Nacional ha elegido para su propósito la escotilla o vomitorio número 8, la predilecta de los presos, porque desde allí podían ver (o creían ver) a los familiares desesperados que se agolpaban en el exterior para hacer o recibir señas.

Aunque las paredes de la escotilla han sido pintadas por lo menos cuatro veces desde entonces, todavía puede percibirse el relieve de las iniciales y los palitos con los que los prisioneros (usando clavos o llaves) señalizaban cuántos días llevaban allí para no perder la noción del tiempo.

El propio director de la ceremonia inaugural de la Copa América 2015, Esteban Icardi, señala que este recuerdo del horror está “integrado” en el estadio y que no hace falta insistir en él durante los actos inaugurales: “Está ahí, a la vista de todos”. “La iluminación de ese espacio restaurado será muy sutil, respetuosa, y será parte de la fiesta. Nunca debió de utilizarse para eso, pero es nuestro estadio, y mientras no se demuela y haya otro es un lugar de respeto y de oración para muchos. Un lugar del deporte”.

Manuel Méndez tiene 67 años y pasó 50 días recluido en uno de los vestuarios contiguos a la escotilla 8, donde 300 personas convivían en un espacio inverosímil. “¿Ve usted esa estantería? Aunque le parezca mentira, algunos se las arreglaban para dormir ahí; les hacíamos barreras con los cinturones para que no se cayeran al suelo”. Manuel afirma que “en cualquier otro país este estadio sería un museo… Pero no tenemos otro”. Rememora que aquellos días fríos de septiembre “con unas corrientes horribles de aire” las gradas lucían “llenas, como si hubiese un partido” y que “te pegaban siempre, por cualquier cosa: cada vez que se abría la puerta, algo espantoso podía ocurrir”.

El uso del coliseo deportivo como campo de concentración terminó en noviembre porque debía disputarse el partido de repesca al Mundial de 1974 de Chile vs la Unión Soviética, que se negó a viajar y disputar el partido por cuestiones políticas. Los jugadores chilenos, sin rival, sacaron de centro y metieron un gol. Chile jugó ese Mundial.

ESTADIO NACIONAL DE CHILE - DOCUMENTAL

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