22.09.2010 - Calígula - “Es más difícil hablar con Messi que con Obama” dijo Maradona en funciones de DT de la selección argentina. De todos modos, la importancia de las palabras y oídos de Messi, va en crudo aumento de relatividad.
La gente de Pepsi ya comprobó que la palabra (guionada) de Messi se acerca menos a la persuasión que al blooper. Incluso la gente de marketing de Adidas también tuvo su experiencia al dejarlo libre en una mini conferencia de prensa.
De ahí, cuentas tomadas, la permanente superación (?) de marketing deviene en diferentes (y siempre novedosas) propuestas de impacto mediático (sin la palabra de Messi).
15 de septiembre (2010): mañana templada en Catalunya. El plantel comparte livianos ejercicios regenerativos en la Ciutat Esportiva para recuperar el desgaste. Barcelona había humillado al Panathinaikos griego (5-1) por la fase de grupos de la Champions League y Messi había hecho todo (y más) para ser tapa de todos los medios sobre el epígrafe de Guardiola: “es el mejor del mundo con una diferencia que no tiene nombre.”
Termina la cesión. Messi se baña, se cambia y sale acompañado de su hermano Rodrigo y uno de sus (tantos) asistentes personales hacia el Prat (aeropuerto de Barcelona) donde se reúne con más asesores y empleados de Adidas.
Avión privado. Vuelo Barcelona – Londres (1138 km, 1 hora 40 minutos). Arriba al Heathrow Airport donde lo espera un helicóptero de Adidas para iniciar la (original, novedosa) agitada promoción comercial de la marca (en conjunto con el canal Sky Sports): el F50 adiZero dorado (“el zapato más ligero y rápido en la historia”) que fuera usado días antes por él mismo en el 4-1 de Argentina sobre España (07.09.2010).
Mientras tanto arde la página de Adidas en Facebook. Una especie de gincana (en inglés Catch him if you can, atrápalo si puedes) publica pistas y fotos e inquieta a los concursantes para develar el misterio sobre el lugar de la ciudad en que se encuentra Messi. El premio: unos toques de pelota y los botines dorados firmados por Messi entregados en mano.
El secreto revelado fue el eje de la idea. Messi iba a sustituir a un chico de una escuela local que jugaba un partido en un parque del este de Londres. Luego, a vender botines en el mercado de Brick Lane y después jugaría un cinco contra cinco. Adidas temió que con tanto secreto nadie estuviera presente, entonces alguien hizo llegar por la mañana a los diarios ingleses el guión.
Previsible: Messi baja del helicóptero y, asaltado por cientos de aficionados, es llevado al mercado donde esperaban unas 300 personas y un cuerpo de seguridad digno de jefe de Estado. Firma zapatos, autógrafos y de vuelta al helicópero hacia el lugar secreto para el partido.
La seguridad, ahora escasa, insiste en que no puede garantizar su salida. Messi baja del helicóptero, saluda, es rodeado y luego espera una hora en el coche. Sin jugar el picado, de vuelta al aeropuerto (donde una huelga de controladores amenaza su regreso).
Así, después de volar Barcelona – Londres (en avión), Hackley Marshes, Hanbury Market, Trafalgar Gardens (en helicóptero) y Londres – Barcelona (en avión) y sin necesidad de tirar palabra, Messi, su hermano Rodrigo y los representantes que lo acompañaron cenaron tranquilamente en Barcelona ya pensando en el próximo compromiso.
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