Si un partido debía ganar Independiente, ese era (fecha 9) vs Unión, rival directo y cuasi descendido recibido en casa. El ímpetu inicial (victoria ante Racing incluida) ya se había diluido y los fantasmas del descenso volvían en las tardes y noches.
Para entonces, en la previa de aquel partido, una empresa de jamones se hizo presente en el club para proponer el regalo de una pata de jamón para cada jugador que convirtiese un gol hasta el final del torneo, después de regalarle una a Miguel Brindisi en agradecimiento a tomar las riendas de un equipo en esta situación (desesperante).
Por otra parte y sin saber de este asunto, el señor Omar Rodríguez (70), socio de Independiente, decidió su propia ayuda. Recordando su infancia en La Aguada, un pueblito inhóspito de San Luis, contactó telefónicamente a Charito (70), puntana de capital e hija de Don Sixto, un viejo de 105 años que (aun) vive en un rancho de adobe (en La Aguada) al que sólo se llega a caballo y se reconoce descendiente de un cacique de la tribu de los ranqueles y, por tanto, conocedor del arte de la hechicería.
Por intermedio de Charito, Omar Rodríguez le hizo llegar al viejo Sixto una foto del Estadio Libertadores de América. Le explicaron que se trataba de un gran terreno donde se junta gente que usa ropa roja, a lo que el viejo enseguida espetó: “Todo este terreno está infectado… los vamos a ayudar, pero va a costar…”
Un paquete voló de San Luis a Ezeiza, hizo escala en Ciudad Evita y por ahí lo pasó a buscar Omar Rodríguez. Llegó unos días antes del partido clave: Independiente-Unión.
Los amuletos que torcerían el destino de descenso eran dos objetos cilíndricos, macizos, de unos diez centímetros, envueltos con una cinta roja y cubiertos de yuyos. No venían con instrucciones, no hacía falta. Una gestión con un dirigente conocido le abrió las puertas del Libertadores de América la noche previa al partido clave y, alrededor de las 20.00 hs enterró uno en cada arco de la cancha.
Adrián Fernández abrió el marcador para Independiente (1-0) sobre el final del primer tiempo y se llevó la primera pata de jamón a su casa. El partido marchaba hacia el fin, la tribuna bailaba, la suerte había vuelto, el descenso había sido una mala y efímera ráfaga, Omar Rodríguez hinchaba el pecho…
Pero faltando diez minutos para el silbato final, Braian Aleman empató para Unión (1-1)… los jugadores fueron silbados, la tristeza invadió el estadio, renunció Américo Gallego (DT) e Independiente, sin plan B, navegó a la deriva…
"Los vamos a ayudar, pero va a costar…"
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Rojo no te salva ni Claudio Maria Dominguez! Chupala!!
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