El efecto víspera.

08.06.2010 - Calígula - Es el momento potencial. Cuando todos y cada uno de los equipos, con igualdad de oportunidades, van hacia la línea de largada. Eslovaquia (debutante mundialista) codo a codo con España (campeón europeo), Serbia (nunca participó) con Brasil (asistencia perfecta), Australia con Alemania, Holanda, Dinamarca, Chile y aquí Argentina.

La Argentina, de accidentado y agónico proceso clasificatorio, la que cayó 1-6 en La Paz, en Santiago, Quito o Asunción, la que no consolida una línea de juego y erosiona las condiciones de Messi parece que entró al vestuario a vestirse de candidata (?).

Una encuesta de TNS Argentina muestra que un 42% de argentinos cree que la selección traerá la copa a casa (Brasil 16% y España 4%). Si bien el optimismo es menor que en 2002 (76%) y 2006 (51%) es repentina y mágicamente superior a la expectación del tiempo clasificatorio.

La encuesta fue hecha en el mes de marzo, a días del último partido “serio” de Argentina frente a Alemania (1-0), juego que pudo leerse como la prueba de fuego de Maradona. Él y los suyos sabían que una justa derrota se hubiera traducido en un salvaje discurso de ecos inverosímiles y renuncias (cabezas) pedidas. De ahí el planteo básico y conservador de cuatro centrales con una línea de cuatro adelante y Messi a pescar, que dio una actuación, al menos, a la altura (de Alemania).

Difícil exponer el partido frente a Alemania como unánime bisagra en el ánimo de los argentinos. El escepticismo (o pesimismo) que contagió la larga serie eliminatoria pareció borrarse mágicamente como en los anuales tiempos míticos, como en los ceremoniales del año nuevo babilónico (akitu) o de los tártaros de Persia o los mandeanos de Irak.

En el corte del año nuevo en las sociedades arcaicas asistimos no sólo al cese efectivo de cierto intervalo temporal, sino también a la abolición del año pasado y del tiempo transcurrido. Tal es el sentido de las purificaciones rituales: una combustión, una anulación de los pecados y de las faltas del individuo y de la comunidad en su conjunto, y no una simple purificación. 

La abolición del tiempo profano y la proyección del hombre en el tiempo mítico sólo se reproducen en los intervalos esenciales, es decir, aquellos en que el hombre es verdaderamente él mismo en el momento de los rituales o de los actos importantes. El resto de su vida (eliminatorias) se pasa en el tiempo profano y desprovisto de significación: en el “devenir”.

Casamientos, licencia sexual, purificación colectiva, expulsión del chivo emisario, consagración de la nueva cosecha, abolición de las normas, trastrueque de valores, licencia general, modalidad orgiástica de la sociedad… festejos… no son sino manifestaciones de la necesidad, para las sociedades arcaicas, de regenerarse periódicamente por medio de la anulación del tiempo, la negativa a conservar la memoria del pasado, aun inmediato.

Es el momento de los pronósticos, las reuniones, las apuestas, los juegos, las probabilidades, la historia, los resúmenes, revistas, pósters, banderas, vinchas, camisetas, pines, cornetas, gorros, bufandas, mascotas, papelitos…

Es el momento de los sponsors. De que desde una telefónica a una petrolera, pasando por los más insospechados y lejanos rubros al deporte, auspicien a un equipo de fútbol. De que empresas cuyos capitales absorben al argentino auspicien el nombre de la selección argentina.

Sed de festejo… Porque los mundiales son menos difíciles que las eliminatorias (?), porque un Mundial es un imponderable, porque en la cancha se ven los pingos… a buscar signos en las coincidencias, a ser feliz aunque me engañen… Argentina candidato mágico.
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