22.08.2011 - Transcurrido un tiempo suficiente de negociación, la huelga de jugadores profesionales (planteada el 11.08.2011) se hizo realidad para no iniciar la temporada (2011-12) de la Liga española y, al cabo de múltiples reuniones, continúa vigente para extenderse hacia la segunda fecha (programada) del torneo.
Así fue. Lo que debió haber sido la inauguración de la temporada (luego de la definición de la Supercopa) fue un fin de semana sin fútbol en España.
El viernes (19.08.2011), la última reunión de urgencia entre representantes de la Liga Nacional de Fútbol Profesional (LFP) y de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) no logró desbloquear el conflicto. Los jugadores siguen reclamando la transferencia inmediata de los salarios impagos que afectan a unos 200 profesionales (unos € 50 millones).
Por su parte, la LFP, cuyo objetivo (ahora) es salvar la segunda jornada liguera, prevista para los próximos 27 y 28 de agosto, se mantiene en su posición y afirma haber llegado a lo máximo que podía en términos económicos.
El pasado 3 de agosto (2011) la LFP decidió crear hasta 2015 un fondo para garantizar las deudas de los clubes insolventes hasta un límite de € 10 millones por campaña, cifra que, a la luz e los acontecimientos, los futbolistas consideran insuficiente.
Además, hay otros puntos de choque en la negociación, como la reivindicación de los jugadores de poder romper su contrato de forma unilateral al cabo de tres meses de impagos, una exigencia a la que (también) se opone la LFP y que los clubes no dispongan libremente de sus derechos de imágenes.
Las diferencias entre las partes parecen estar lejos de un acuerdo (más aun que al inicio del conflicto), este viernes se indicó que las posiciones siguen estando "muy alejadas", el sábado no mejoraron y hoy (lunes) volvieron a quedar distanciadas.
Luis Gil, gerente del sindicato de jugadores, dice que no se trata de reclamar más dinero, sino que los clubes cumplan con las garantías de los jugadores, consideradas el principal problema del conflicto laboral y aboga por la toma de medidas correctoras, (por ejemplo) que implicarían el descenso de categoría como sanción para aquellos clubes que no estén al día en la obligación salarial con sus nóminas.
Desde la perspectiva de la patronal se escuchan voces como la de Manuel Llorente, presiente del Valencia FC, que considera que el gremio pide una serie de reivindicaciones económicas imposibles de cumplir por las organizaciones futbolísticas y explica que las empresas no pueden garantizar todos los contratos de sus empleados, porque no tienen garantizados los ingresos.
Entre otras voces “duras” y no menos desafortunadas, el presidente de la Liga, José Luis Astiazarán, tildó el paro de absolutamente injustificado, acusó a la AFE de tensar la cuerda al endurecer las reivindicaciones que venía planteando a lo largo del último bimestre, reconoció los impagos de varios equipos a sus plantillas, pero también trató de minimizar el fenómeno al citar que no son más del 20 por ciento y lo comparó con tasa de desempleo de España, instalada en esos mismos dígitos: “Al menos los futbolistas tienen trabajo.”
Desde enfrente, Luis García (delantero del Espanyol) dice ser totalmente solidario con la causa de la huelga: "O se soluciona esto de una vez por todas o no se va a jugar" y Tote (Hércules), reconfirma que "si hace falta no habrá futbol en España en todo el año. Si tenemos que estar parados hasta mayo, lo estaremos".
En España, la última huelga de jugadores de la Liga se remonta a 1984, cuando algunos clubes hicieron jugar a sus canteranos para minar la protesta de los profesionales. Pero esta crisis europea parece más grave, trasciende fronteras y también el fútbol.
Los futbolistas italianos pueden ir también a la huelga. El presidente del sindicato de jugadores, la "Associazione Italiana Calciatori", Damiano Tommasi, se mostró contudente: "Si se firma el contrato, el sábado y el domingo se jugará. Si no, nos quedaremos en casa".
Los futbolistas italianos se juntaron con representantes de los 20 clubes de la Serie A en un hotel de Milán en una reunión en la que no se ha producido acercamiento alguno, según Tommasi. "Nos ratificamos en nuestra posición. Esperamos que la Lega acceda a firmar el nuevo convenio. pero, después de un año de negociaciones, no creo que nuestra postura se pueda considerar como una amenaza".
La clave del nuevo convenio radica en el llamado impuesto de solidaridad, que grava a las rentas superiores a los 90.000 euros anuales. La discusión sobre quién debe pagarlo, si los clubes o los jugadores, centra la mayor parte de las discrepancias.
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