19 de febrero de 2012

Club Social y Deportivo Loma Negra.


19.02.2012 - Eran tiempos en que Argentina, “granero del mundo”, estaba llamada a ser potencia mundial. Gobernaba Marcelo Torcuato de Alvear y el PBI argentino era el sexto en todo el globo.

Entonces (en 1926), Alfredo Fortabat (1894-1976) oriundo de Olavarría, descubre piedra caliza junto a las sierras de la estancia San Jacinto, en la localidad de Loma Negra, y comienza con su proyecto de fabricar cemento.

El proyecto se hizo realidad a partir de 1928 en una Olavarría de 8000 habitantes que, elevada al rango de ciudad (1908) sólo veía un horizonte de progreso.

Un año después (1929), con la fábrica en funcionamiento, surgió la necesidad de viviendas para los empleados y así Alfredo Fortabat impulsó la creación de la Villa (que hoy lleva su apellido) loteando y vendiendo sectores de terreno a los empleados para que puedan construir sus casas en la zona.

Enseguida, claro, llegó el equipo de fútbol. Fundado ese mismo año (1929), el Club Social y Deportivo Loma Negra hacía de aglutinante social a esa nueva población cementera que impulsaba el desarrollo de Olavarría.

El equipo jugó (interrumpidamente) de manera amateur con otros de la zona y la provincia, a la sombra del primigenio Racing Athletic Club (1916) mientras la empresa crecía (ininterrumpidamente) al compás de la demanda de un país en construcción.

En los 50, Loma Negra inauguraba una nueva planta (Barker, Buenos Aires) y producía medio millón de toneladas de cemento anuales, en los 60 abría nueva planta en San Juan, en los 70 abría otra en Zapala (Neuquén).

La escala de crecimiento de la empresa corría en paralelo a la situación de un país que había cambiado drásticamente y sólo permitía la expansión del capital (en parte sustentado en aquellos años de progreso algo más horizontal).

Tres meses antes del fatídico golpe de estado que generó la más sangrienta represión estatal argentina, muere Alfredo Fortabat (19.01.1976). De esta manera, Amalia Lacroze, su esposa, hereda una de las mayores fortunas del país.


Así llega la década del 80 a un país gobernado por una Junta Militar que, entre otras cosas, amparaba a través del fusil el interés de las grandes corporaciones. En este marco, Loma Negra (ya al mando de Amalia) inauguraba una planta modelo en el departamento El Alto de Catamarca para la fabricación de cemento portland de alta calidad y multiplicaba su capital decenas de veces gracias a la política económica impulsada por el entonces ministro Martínez de Hoz.

Por esos días es que Amalia irrumpe en los medios como “Amalita”, se la ve en fotografías con altas jerarquías militares y empresariales y decide la reformulación del modesto Club Social y Deportivo Loma Negra, cuyo equipo de fútbol continuaba jugando de manera amateur.

Una importante inyección de dinero permitió la llegada de jugadores profesionales de buen nivel a la vez que el nombre de Loma Negra se reproducía con más asiduidad en los medios gráficos.

Llegaron, entre otros, Carlos Squeo (Racing), Ricardo Lazbal (River), Jorge Vázquez (Atlanta), Osvaldo Gutiérrez (Vélez) y Mario Husillos (Boca) y así el equipo de Amalita (como ella misma decía) consiguió el ascenso al torneo Regional que luego le abriera las puertas al Nacional.

A aquellos nombres se sumaban los de Félix Orte, Pedro Magallanes, Osvaldo Mazzo, Osvaldo Cristofanelli (más otros), y Loma Negra llegaba como la sensación derrotando cuanto rival se le cruzaba enfrente.

Su debut en el Nacional 1981 fue la piedra de toque de un vendaval mediático que no cesó. Fue 1-0 al imbatible Ferro de Griguol. De ahí siguió su camino invicto (venciendo a Sarmiento de Junín, San Martín de Tucumán y Belgrano de Córdoba), incluso empatando con River (devenido campeón) y con un solo gol en contra.

Amalita era imagen cotidiana de los medios. Loma Negra la marca de moda. Husillos el fenómeno. No había como enfrentar aquella topadora celeste (su camiseta) de rivales.

Aquel fue el punto cúlmine de una historia que terminó siendo tan marcada como efímera. El 18 de octubre (1981), empezando la segunda ronda del Grupo 1, Loma Negra llegó a Caballito a revalidar su triunfo de Olavarría y terminar de imponer su irrevocable chapa de insólito y firme candidato.

Era una tarde espesa, de cielo encapotado y permanente amenaza de tormenta. El olor a césped húmedo (que corre muy fluído en la cancha de Ferro) impregnaba el espíritu de “nuevo clásico”. Ferro, que venía de perder el Metropolitano a un aliento del Boca de Maradona, no podía bajarse del Nacional en la primera ronda. Clasificaban dos por cada grupo de 7 equipos y dos cupos para River, Ferro y Loma Negra eran pocos.

Un gol del Pampa Orte abría la cuenta y sellaba la fortuna. Pero aquel Ferro, uno de los mejores equipos argentinos de los últimos 30 años, terminó poniendo las cosas en su lugar. Una inolvidable tijera de Cacho Saccardi puso las cosas 1-1. Muy embarrados, los jugadores y la parcialidad de Ferro festejaron aquel gol como pocos.

Después Cúper, Andreuchi y Jiménez (habilitado por Beto Márcico) terminaron por vapulear (4-1) a aquel ambicioso Loma Negra y Ferro terminó clasificando primero de zona, seguido de River (por diferencia de gol sobre Loma Negra). River y Ferro jugarían luego la final del torneo que se llevarían los millonarios dirigidos por Alfredo Di Stéfano con gol de Mario Kempes.



El suceso de Loma Negra fue de alto impacto y Amalita estaba decidida a seguir multiplicándolo. No bastaba con sorprender a Olavarría, a Buenos Aires, a Argentina.

La selección de Unión Soviética se encontraba en el país para jugar un amistoso con el equipo de Menotti (1-1) y Amalita envió un intermediario.

Así, el 17 de abril de 1982, cuando militares argentinos acababan de desembarcar en las Islas Malvinas y se vivía un raro clima festivo, Loma Negra enfrentaba a la selección de la Unión Soviética (URSS) en el estadio de Racing de Olavarría.

En plena euforia nacionalista-malvinense, antes del partido actuó la banda de música del regimiento local, al lado de la señora de Fortabat estuvo el coronel Luis Prémoli (que llegó al campo en helicóptero), y la mayoría de los espectadores flameaba banderas argentinas de Malvinas.

Amalita pagó un cachet de u$s 30.000 para hacerlo posible. A nadie le importó que no se haya recaudado ni la mitad (u$s 12.000). Olavarría estaba de fiesta y si el equipo ganaba, la Señora cumpliría la promesa de llevar a todo el plantel al Mundial de España 82.

No era una empresa fácil. La selección soviética llegaba con un invicto de tres años (su última derrota había sido el 21.11.1979 con Alemania, 1-3), 13 victorias, 5 empates y nombres como Baltacha, Oganessian, Blojin y Dassaev.

El pitazo inicial fue a las 12 del mediodía (los rusos regresaban en vuelo de domingo) y Loma Negra formó con Luis Barbieri; Carlos Squeo, Jorge Pellegrini, Norberto D'Angelo, Osvaldo Cristofanelli; Osvaldo Mazo, Osvaldo Rinaldi, Carlos Sosa (Gaitán); Félix Orte, Armando Husillos y Pedro Magallanes.

Y Loma Negra ganó (1-0 con gol de Magallanes). Y las fotos de las camisetas con la leyenda “LOMA NEGRA” en negro sobre celeste recorrieron el mundo. Además, hubo fiesta en la cementera pero, al final, ninguno de los jugadores viajó al Mundial de España.



En 1983 Loma Negra llegó hasta octavos de final del Nacional (fue eliminado por Racing) y dejó en el historial el goleador del torneo: Armando Husillos (11 goles).

Pasado el tiempo, la motivación dirigencial hacia el equipo disminuyó en la misma proporción que el dinero inyectado y el nivel de los jugadores. El equipo volvió a su cauce histórico y dejó de aparecer en los diarios nacionales para regresar al futbol amateur de Olavarría dejando huella como el equipo de mayor efectividad en la historia del fútbol argentino (28 partidos jugados, 15 ganados, 9 empatados y 4 perdidos), 69.64% de puntos obtenidos.

Hace horas falleció Amalia Lacroze de Fortabat (Amalita o “Mema” para los íntimos), que como su marido también murió en la víspera. Hace apenas cinco días empezó el juicio oral por el secuestro y asesinato de Carlos Alberto Moreno el 29 de abril de 1977. Era el abogado representante de los trabajadores de la cementera que entones investigaba una enfermedad pulmonar (silicosis) que contraían los obreros del sector de embolsado.



Amalita no oirá la sentencia. Dicen que en su testamento figuran su hija, sus nietos, el abogado Eugenio Aramburu, Luis Prémoli y Palito Ortega.
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