8 de mayo de 2014

Pelé atascado por manifestantes en Sao Paulo.


Días agitados para Pelé. La previa del Mundial Brasil 2014, como convite de su nuevo equipo de representantes, lo tiene en una desmesurada operatividad de marketing. 

En efecto, "este es el último gran momento de Pelé para brillar en el escenario internacional", según Christopher Gaffney (de la Universidad Federal Fluminense, que estudia la relación entre los deportes y la sociedad), "siempre está presente como una especie de ícono cultural brasileño. Pero realmente ha aprovechado esto al máximo para promocionarse".

Los ojos del mundo están posados en Brasil y Pelé, polifuncional y en todas partes, renguea frente a las cámaras con su cadera artificial.

A la presentación del libro “Porque el fútbol importa” (publicado en español por Celebra Trade), su película, su museo (en Santos), sus diamantes de cabello, la campaña de Hublot (relojes de lujo), la promoción de las cuentas bancarias de Santander, de los sándwiches de Subway, los productos de Carrefour, los autos Volkswagen, se le suma el acuerdo de licenciamiento con Puma (la marca que utilizó Pelé durante sus años de gloria).

Paul Kemsley, su socio y presidente ejecutivo de Legends 10 (de la que Pelé posee el 30%), es quién está detrás del trajín considerando que Pelé no supo rentabilizar su imagen debidamente durante los últimos 40 años. 

Kemsley, agudo crítico de los anteriores gerentes de Pelé, fue dirigente del Tottenham Hotspur, ganador y perdedor de fortunas en inversiones inmobiliarias y experimentado en procesos de bancarrota y pleitos judiciales, se contactó con Pelé luego de adquirir la propiedad intelectual del Cosmos de New York después de la crisis financiera de 2008.

Pese a su gran historial deportivo y el afecto que aún le tienen muchos compatriotas, la reputación brasileña de Pelé tampoco está libre de manchas y las críticas por no aprovechar más su fama para promover reformas sociales en un país donde millones viven en la pobreza y aún existe una amplia corrupción se contrasta con su perfil conservador y relaciones con marcas de lujo. Luego, los tropiezos en su carrera como empresario (una empresa constructora quebrada) y su opaca gestión como ministro de Deportes de Brasil, manchada por acusaciones de corrupción, completan un combo complejo al que la compañía de Kemsley debiera apuntalar.

La imagen popular de Pelé cayó abruptamente el año pasado cuando, durante la Copa Confederaciones 2013, fuerzas del gobierno brasileño atacaron a manifestantes que protestaban contra los gastos en deportes a expensas de servicios básicos como la educación y la salud. Pese a que otros astros brasileños, como Romário, apoyaron a los manifestantes, Pelé defendió el torneo y a sus organizadores:

"A la gente política que realizó la protesta no le gustó que yo estuviera pidiendo paz". 

No obstante, después de la lluvia de críticas a su postura, Pelé corrigió sus declaraciones en público: 

"Por favor no me malinterpreten", tuiteó en junio de 2013, "Estoy 100% a favor de este movimiento por la justicia en Brasil".

Hoy, filmando otra promo para una empresa de telecomunicaciones, Pelé quedó algo incómodo. Mientras estaba en su cometido de autografiar una cabina telefónica sobre la avenida Paulista, una columna de la manifestación organizada por el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), el Frente de Resistencia Urbana y el Movimiento de Luchas Populares (MPL), en demanda de más viviendas populares y en contra de los gastos millonarios que se están realizando para organizar el Mundial, lo dejó encerrado junto con su comitiva. 

Inmediatamente los asesores de Edson Arantes lo instaron a abandonar el lugar antes de lo previsto. Así, Pelé interrumpió una reunión con periodistas y se alejó rodeado de varios guardias de seguridad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este morocho mas que atascado ha quedado varias veces abotonado...

El Yorugua