31.07.2012 - Apenas terminada la Segunda Guerra Mundial (1948), Londres acogió los primeros Juegos Olímpicos en época de paz (desde 1936), bautizados como los Juegos de la Austeridad. Con la ciudad en ruinas, los atletas se traían su propia comida y dormían en barracones del Ejército. Sin patrocinadores ni contratos millonarios se calcula que los gastos ascendieron a 723.000 libras y se recaudaron 761.000 libras. Los Juegos fueron los más baratos, humildes y exitosos que se recuerdan.
David Cameron, el primer ministro británico, pensó en repetir la fórmula en Londres 2012. Con la economía mundial sumida en la peor crisis que se recuerda y con Reino Unido en recesión –el PIB del país lleva tres trimestres consecutivos de caída– toca demostrar que Londres era un lugar donde el despilfarro no estaba permitido. Sin embargo, los propósitos de Cameron se dieron contra la realidad. El miedo a quedar en ridículo han obligado a modificar sus planes y no ahorrar ni un penique.
El caso más visible es que a finales del año pasado, Cameron anunció que era necesario duplicar el presupuesto destinado a la ceremonia inaugural. De los 40 millones de libras (51 millones de euros) inicialmente presupuestados se ha pasado a los 81 aprobados finalmente (algo más de 100 millones de euros). La ceremonia inaugural (dirigida por Danny Boyle), intentó recrear el típico paisaje de la campiña inglesa, con ovejas, caballos, pollos, perros, hierba y lluvia (artificial). Diez mil voluntarios (ad honorem) participaron en el show, que fue visto por 1.000 millones de personas.
Pero el cambio presupuestario en la inauguración es sólo el último que han tenido que llevar a cabo los organizadores de Londres 2012.
Cuando la ciudad ganó la candidatura olímpica en 2005, el presupuesto presentado fue de 2.400 millones de libras (3.000 millones de euros). Dos años después, y al borde de la crisis, se aprobó un nuevo plan que ascendía a 9.298 millones de libras (más de 11.000 millones de euros). El ex primer ministro Gordon Brown utilizó la inversión olímpica para estimular la economía en 2008 y 2009, y Cameron aumentó el presupuesto destinado a seguridad. Al final, los Juegos regatean la austeridad.
Los cálculos de rentabilidad publicados son (por supuesto) optimistas. Se espera que la 30º edición de los JJOO (204 países en 35 disciplinas) sea (30%) más rentable que los celebrados en Pekín (2008) con € 18.500 millones.
Según reporte económico oficial del Comité Organizador, el costo de los Juegos implica un gasto de € 12.000 millones.
Si se lo compara con el fútbol, las cifras son mayores. Por ejemplo, de acuerdo al reporte financiero de la FIFA de 2010, la Copa del Mundo de Sudáfrica tuvo un costo final de € 5.253, lo que indicaría que el Comité Organizador de Londres podría organizar dos Mundiales.
Aún así el Gobierno inglés como los patrocinadores están confiados que esta edición de los Juegos arrojarán beneficios para todo el Reino Unido. Apurados en manifestarse en tal sentido, el Departamento de Cultura, medios y Deportes ya publicó datos según los que más de 1.500 empresas londinenses ya ganaron € 7.700 millones en contratos de construcción y que esperan la campaña de turismo genere € 3.800 millones, producto de los “esperados” 5 millones de visitantes durante los 19 días olímpicos…
Así es. Percibiendo el ánimo de la gente, los medios ingleses aprovechan la ocasión. Aunque algo salga mal, es probable que parezca que la inversión olímpica merece la pena, aunque las finanzas indiquen lo contrario. Londres necesita desesperadamente que el acontecimiento salga bien después de una racha de noticias alarmantes: un escándalo de fijación del tipo bancario, escuchas telefónicas de los diarios, una vuelta a la recesión, problemas de seguridad en los Juegos y una lamentable equivocación (?) de banderas en la presentación de Corea del Norte.
El verano británico regitró récord de lluvias y el año pasado, por estas fechas, Londres ardía por las manifestaciones en masa, y los saqueos se extendían a las regiones.
Un país que intenta recortar su déficit debería explicar un gasto de 12.000 millones de euros. El mundo está observando y los noticieros chinos (último organizador olímpico) dedicaron mucho tiempo a los fallos de organización.
Por ahora los juegos están reportando dividendos no económicos, sobre todo un elemento evidente de felicidad. Por desgracia ara Cameron la felicidad no puede ser embotellada y depositada en un banco…
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