24.10.2013 - Próxima a salir a la venta la autobiografía de Alex Ferguson (71), la editorial lanza la publicidad encubierta publicando (en forma de gacetilla) algunas polémicas frases del añejo escocés que verán la luz.
Desde Inglaterra llegan chismes retroactivos del entrenador en forma de anzuelo al bolsillo. Por supuesto que el hombre rosado no se baja del pedestal que él mismo supo inventarse y desde allí reparte a diestra y siniestra. Algunos recortes útiles a la promoción:
“David (Beckham) tuvo que irse porque se creía más importante que el entrenador. Keane tuvo que irse porque se creía el entrenador”.
“Beckham perdió la oportunidad de convertirse en un jugador absolutamente top, algo que nunca consiguió”.
“El mayor problema que tuve con él fue que se enamoró de Victoria y eso lo cambió todo”.
“Rooney me dijo en 2010 que teníamos que fichar a Özil. Yo le dije que ese no era un asunto de su incumbencia”.
“Benítez tenía más interés en defender y destruir el juego que en ganar. Era duro ver los partidos del Liverpool cuando Rafa estaba allí”.
“En una ocasión (Ruud Van Nistelrooy) se enzarzó con Roy Keane y hubo que separarles. Ruud por lo menos tuvo el valor de enfrentarse a él”.
“Ese muchacho descarado, pensé, al ver a Mourinho entretener a los medios de comunicación con una inmensa facilidad”. Ambos “socializaban” después de los partidos, comenzando Mourinho la tradición “de llevar una botella de su vino Barca Velha”.
Los aportes del hombre rosado al fútbol amarillo ventilados por la prensa no cambiarán ni alimentarán debates sobre conceptos futbolísticos. Sí, por el contrario, servirán para autogestionar su imagen de la que, sin dudas, se siente orgulloso. Lejos de felicitar y agradecer a los jugadores que brillaron para sus propios laureles, el recorte publicitario lo muestra con un rencoroso dedo señalador.
Por estas pampas se conocieron párrafos de expresa dedicación y alto tinte antiargentino:
"Debo confesar que se me hizo muy difícil trabajar con jugadores argentinos, había mucho patriotismo hacia Argentina, siempre tenían la bandera cerca de ellos".
"(los jugadores argentinos) a los que entrené no les interesó especialmente hablar inglés. Verón apenas me decía 'Mister'".
Ferguson reconoce en Juan Sebastián Verón a "un espléndido futbolista con una gran fortaleza" pero "aunque hubo aportes espectaculares, Verón sencillamente no pudo jugar en nuestros equipos. Jugó en todas las posiciones. Podría haberlo entrenado por cien años sin saber dónde ponerlo".
El tono crítico y jocoso hacia los jugadores argentinos y, en particular hacia Verón, muestra alguna arista. Sin dudar de su trayectoria en el trabajo estas opiniones despectivas no dejan de manifestar ciertas limitaciones ideológicas como profesionales: no encontrarle puesto a Verón es un dato revelador.
Cuidado Ferguson, en Buenos Aires existe un monumento que se llama obelisco y que es muy reconocido por todos los argentinos. Pero que se sepa que tal ícono coleccionó una larga catarata de críticas entre no pocos intentos de demolición y que sólo en la perduración encontró el reconocimiento popular.
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