Una de las traducciones del fútbol, sino la más popular, es la de los resultados en la oficina, el bar, el taxi o en la esquina. En este marco, argentino por antonomasia, todo se traduce al “gané” o “perdí”.
El Papa Francisco, tan argentino como el tango, no sale del molde (que bien le viene a su perfil popular) y no disimula el (dicho) código futbolero. Coleccionista (obligado?) de camisetas de fútbol y confeso hincha azulgrana (San Lorenzo) se encontró con un hincha de Independiente en la multitud.
Lejos de multiplicar panes o conminar a que tire la primera piedra, Francisco no pudo desoír los llamados de este particular hincha de Independiente (descendido en la segunda categoría):
“Aguante el rojo papá, aguante el rojo papá... Eh Jorge, Jorge, eh Jorge acá… Jorge, acá el rojo papá, Jorge, aguante el rojo papá…”
El hombre de Independiente que llama al Papa con un familiar “Jorge” (y no Francisco) y le dice “papá” en vez de Papa, recibió su respuesta del Pontífice: “Pobrecitos”, antes de desearle “ojalá que suban”.
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