No es momento de preguntarse por el futuro de Arjen Robben. “Todavía no entiendo bien todo esto”, dice el holandés degustando el unánime reconocimiento internacional, copa europea en mano.
Robben, que parece tener más de los 29 años que acusa su documento, viene coqueteando con el retiro (ahora) en coincidencia con su mejor momento profesional.
"Se me pasó por la cabeza dejar el fútbol porque estaba frustrado y decepcionado por tener que esperar tanto para regresar a los terrenos de juego", dijo a Bild, “no tengo la intención de retirarme voluntariamente. Es muy frustrante cuando haces todo lo posible para hacer tu trabajo pero tu cuerpo no coopera”.
No es novedad. La lucha de Robben contra su propio cuerpo es tan o más larga que su carrera deportiva, la que, según él mismo, "podría terminar este verano (europeo)…”, justo cuando llega a su cúspide: "Hace dos años mi esposa y yo prometimos a mi madre que si ganaba la Champions League y la Eurocopa me retiraría del fútbol".
El grito de Robben en Wembley es la (tardía) coronación de un talento de excepción. Es un grito desgarrado, extático. Se saben los murmullos críticos y burlescos que lo siguieron como pesada sombra en sus últimos años.
La maldición de Robben con las finales europeas comenzó en el frustrado verano 2010, perdiendo la final de Champions League (Bayern Munich) vs Inter (Milán) y la final del Mundial 2010 (Holanda) vs la selección española. El fútbol nunca dejó de ser un deporte colectivo pero los focos cayeron sobre su nombre después de haber perdido netas ocasiones de gol.
Dos años después (2012) el holandés volvió a jugar una final de Champions y su Bayern Munich volvió a caer, ahora vs Chelsea (por penales) en su propia casa (Allianz Arena).
La sucesión de frustraciones (y goles errados) pusieron los focos periodísticos en negativo. Sumadas a la Supercopa Holanda (2003), las Community Shields (2006 y 2007) y la Copa de Alemana (2012), Robben acumuló siete finales perdidas.
Quedaban velados diez años de brillante carrera y 15 títulos nacionales (en Holanda, Inglaterra, España y Alemania) ante la seria amenaza del pegajoso rótulo de “mufa” pierde finales entre otros no menos lapidarios como “individualista”, “egoísta”, “conflictivo”…
Esta jornada (final de Wembley 25.05.2013) no venía distinta. Borussia Dortmund dominaba el juego y Robben perdió los dos (claros) mano a mano que se le presentaron. Su nombre fue TT en Twitter y la originalidad de las burlas tocó todos los géneros. Asistió a Mandzukic para poner las cosas 1-0, pero los muchachos de Westfalia se pusieron 1-1 (penal) a poco.
El favorito Bayern Munich volvía a complicarse en su tercera final de Champions, Robben volvía a errar situaciones improbables, Adidas frustraba el lanzamiento de la nueva camiseta, la hinchada bávara murmuraba, el mundo se burlaba de la “mufa” de Robben y Bayern Munich.
“Es muy frustrante cuando tu cuerpo no coopera…”, los yerros y lesiones volverían a cubrir de sombras una trayectoria sin coronación internacional. Rotura de huesos del metatarsiano, tendones mal curados y reiteradas lesiones (llegó a un promedio de una cada cinco partidos) no significaban ante el cáncer de testículos que lo asaltó cuando irrumpía en el grupo más selecto de jugadores europeos (2003). Diez meses después de fichar por el Chelsea, Robben jugaba la Eurocopa, cumplía 20 años y confirmaba que aquél tumor que le habían encontrado era cáncer en coincidencia con el anuncio de su curación.
¿Qué son ahora dos, tres, cinco, cien situaciones erradas? ¿Dos, tres finales perdidas? ¿Qué son ahora esas lágrimas, ese gesto desafiante, ese grito desgarrador?
Al minuto 89, cuando el alargue era sentencia, Robben volvió a encontrarse mano a mano con Weidenfeller (Borussia Dortmund), era la tercera vez en el partido, en la tercera final bávara, a un minuto del final… el nombre de Robben dependió de aquel instante.
El gol fue el título y el holandés no lo vivió mas que en su fuero íntimo. Porque el gol fue suyo y no de otro. Porque lo dedicó a las habladurías y a su íntima familia. Con revancha y pasión, con talento y frialdad.
“Robben” siguió siendo TT en Twitter. Ahora para plasmar, una vez más, la volatilidad del público que lo reconocía como unánime figura, para multiplicar la foto en la que Alex Ferguson le entrega el premio al mejor jugador de la final.
Aplaudimos a Arjen Robben, desde siempre jugador LPND para nosotros, un talento en envase averiado, un joven viejo que camina raro y puede hacerle fintas a la humildad. Tiene con qué. Se lo merece.
No es momento para preguntarse por el futuro de Robben... "Todavía no entiendo bien todo esto..."
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