15 de abril de 2014

Chile 62: El Mundial de Garrincha.


Garrincha es el fútbol sin todo lo demás, sin lo accesorio. Es el fútbol en estado puro, en su más noble expresión. Lo fue en su debut oficial en Botafogo en 1953 y también lo fue en la Copa del Mundo de Chile, donde tuvo su torneo consagratorio, el que lo convirtió en una verdadera leyenda.

Manuel Francisco dos Santos nació en el seno de una familia muy humilde, en Pau Grande, Rio de Janeiro. Desde pequeño tuvo varios problemas físicos: era zambo, tenía la columna vertebral torcida y su pierna derecha era más larga que la izquerda (seis centímetros durante la Copa de Chile). Todo esto se agravó debido a una poliomielitis. A pesar de todas estas dificultades, su amor por el fútbol fue siempre más potente y por eso llegó a lo más alto del fútbol mundial.

Una de sus hermanas le puso el apodo con el que el planeta lo conoció. "Era flaco, chueco, cojo y tenía desviada la columna", recuerda Rosa. El Garrincha es un pájaro que vive en las selvas del Mato Grosso y no se caracteriza por su belleza exactamente. Sin embargo, tiene una velocidad extraordinaria pese a su torpeza.

Después de ser una de las figuras de Suecia 1958, Garrincha llegó a Chile como fiel escudero de la gran figura de la Selección brasileña, Pelé. Pero la rápida lesión de la estrella de Santos, en el segundo partido, situó a Mané en un lugar de gran responsabilidad. A pesar de que muchos no confiaban en él (un integrante del cuerpo técnico llegó a decir que era "un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo"), fue el hombre más importante del campeón del mundo.

Frente a Inglaterra en cuartos de final, Manuel Francisco dos Santos tuvo una actuación extraordinaria y convirtió dos goles. Los defensores británicos todavía están impresionados de su habilidad sin igual. Garrincha había hecho olvidar a Pelé mucho más rápido de lo que todos pensaban.

En las semifinales frente a Chile, el ídolo de Botafogo volvió a brillar. Convirtió los dos primeros goles de su equipo en la etapa inicial y luego se dedició a manejar la pelota. Sin embargo, el final del partido no fue el mejor. Harto de las patadas de los chilenos, el atacante de Brasil devolvió una de las patadas y recibió la advertencia del árbitro Yamazaki. Después de esto, y creyendo que el juez no lo entendería, le propinó una larga serie de insultos. Lo que no sabía Garrincha era que el referí era peruano y por lo que fue expulsado.

Jugar una final del mundo sin Pelé ni Garrincha era algo inverosímil para el fútbol brasileño. Entonces, se comenzó una campaña para que el Comité de disciplina de la FIFA permitiera la participación de Mané en el encuentro frente a Checoslovaquia. Desde el presidente de la República hasta los propios checoslovacos, pasando por la Federación peruana, pidieron que la figura del Mundial esté presente en el estadio Nacional. Stanley Rous confirmó que sólo había sido amonestado y por eso pudo estar frente a Checoslovaquia.

El día de la gran final, durante la charla técnica del entrenador Aymore Moreira, Garrincha preguntó: "¿Hoy es la final?" Cuando le respondieron que sí, admitió entre risas: "Ah, con razón hay tanta gente". A él no le importaban ni los rivales, ni las instancias, ni los escenarios, sólo le importaba salir a la cancha y tomar contacto con la pelota. En definitiva, eso lo convertía en un sabio.



Brasil ganó la final y Garrincha volvió a demostrar todo su talento. Tiempo después, el fenómeno afirmó: "Brasil mostró el mejor juego del torneo, aunque sinceramente me considero muy responsable por este título. Más que en Suecia, porque en este Mundial no estuvo Pelé y yo me hice cargo del equipo. Pero no soy vanidoso, todos pusieron su granito de arena. Eso si: nadie ha tenido tanto cariño por el baló como yo. Nadie".

El ángel de las piernas torcidas le ganó a su propio destino y, gracias a su inconmensurable amor por el fútbol, llegó al cielo. En una Copa del Mundo donde las patadas casi siempre le ganaron al juego, Garrincha en soledad mantuvo encendida la llama del buen fútbol.

FUENTE: espn.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Manuel Francisco dos Santos "Garrincha", tenía los pies girados 80º hacia dentro. Su pierna derecha era 6 centímetros más grande que la izquierda y tenía la columna vertebral torcida. Era adicto al tabaco desde los diez años y sus problemas con el alcohol le
acabaron costando la vida. "Yo no vivo la vida, la vida me vive a mí", apuntó en una ocasión el genio brasileño.

El "Yorugua"