24.02.2012 - Las recordadas y oportunas huelgas en las obras para Sudáfrica 2010 trajeron consecuencias anunciadas. Los obreros lograron alguna e inmediata mejora en sus salarios y condiciones pero…
La envergadura e inmediatez exigida en las obras de infraestructura que demandan los nuevos campeonatos mundiales (nunca exentos de denuncias por corrupción) abren nuevos escenarios, negocios y conflictos de los que se va tomando debida nota.
Se escuchan aún por estas pampas (occidentalizadas) sobre el trabajo esclavo que implican a reconocidas y multinacionales marcas deportivas y/o a cierta competencia desleal de Oriente: “¿y qué querés? Si lo fabrican los presos…” Pero las noticias, como los cuentos, pueden contarse desde distintas ópticas.
Así encontramos que poco le costó a un convicto ladrón de bancos brasileño decidir entre pasar los días en su celda o trabajar al sol en un estadio para la Copa del Mundo (2014) y que menos le costó a otro brasileño que recogía algodón en la selva amazónica por 2 dólares diarios, convertirse en compañero de aquel para ganar algo más en las obras del estadio Arena Pantanal.
Brasil extinguió oficialmente la esclavitud en 1888. No obstante, estos 124 años no fueron suficientes para que el país más grande de Latinoamérica elimine este tipo de explotación. La diferencia es que hoy en día los esclavos no son solamente los negros.
Reclutados por grandes terratenientes o empresarios en las regiones más pobres del país, los esclavos brasileños trabajan (con documentos confiscados) en grandes plantaciones de caña de azúcar y soja, tala de árboles, en la creación de ganado tanto en las más remotas (Tocantins, Mato Grosso), como en las más desarrolladas (en el estado de Río de Janeiro).
Desde mediados de los 90 se liberaron más de 11.000 esclavos y precisamente esos números (relativos) son los que blanquean la situación.
A pesar de los esfuerzos iniciados por Lula y de los pedidos de la sociedad brasileña, el Gobierno no logró aun aprobar una ley que autorice la expropiación de las tierras donde se encuentren esclavos y se las destine a la reforma agraria. Los legisladores que defienden los intereses de los terratenientes en el Congreso brasileño, los mismos que hoy debaten sobre “la Ley del Mundial”, lograron evitar su aprobación desde hace más de diez años.
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