23.02.2012 - Una de las preguntas que con deliberada malicia le hicieron en su momento a Jorge Valdano fue sobre la ascendencia de los capitales (inversores y dinero) en el fútbol. Claro, era el momento en que Valdano cruzaba el charco que dividía la filosofía futbolística (sus textos) y el fútbol business (su nuevo cargo de mánager en Real Madrid).
Valdano mánager no podía continuar sosteniendo (públicamente) aquella veta que (también) constituía su lúcido y celebrado discurso: el dinero como degenerador del fútbol deporte, la pérdida del espíritu lúdico y la conversión del deportista en máquina.
Entonces la pregunta le fue formulada una y otra vez a la hora señalada. ¿Cómo el gestor de una de las instituciones paradigmáticas del fútbol business saldría del embrollo?
Inteligente y casi como Descartes dando cabida a Dios en su Discurso del Método, Valdano salió con una finta que no desentonó con su irrenunciable elegancia: sin terminar de volver pero volviendo sobre sus pasos dijo que “el capital lo hace posible” (al fútbol). Una lectura de resignación y reconocimiento le permitió, cuando menos, subsistir (en la contradicción disfrazada de “evolución”).
Así llegamos a la TV comandando los (insólitos) horarios de partidos, camisetas colmadas de publicidad, copas y torneos con nombres de marcas como los estadios plagados de carteles distractivos, decorados de prensa llenos de sponsors, partidos a miles de kilómetros de las sedes de los clubes enfrentados, “un producto llamado fútbol”.
Como en toda vorágine ultracapitalista terminaron invirtiéndose fondo y contenido, caja y esencia, de un modo tan avasallante y vertiginoso que no permite una detención para ver en perspectiva, o mejor, en retrospectiva para, siquiera luego, dar lugar al mínimo asombro.
Según la tibieza de Valdano, el capital (medio) permite, proporciona los recursos para o hace posible el fútbol (fin). Pero los proyectos como el resucitado New York Cosmos o la flamante Indian Soccer League más lo comentado arriba hacen de la tibia sentencia de Valdano una frase tan irreal como decorativa.
Las Ligas artificiales (Indian Soccer), los clubes artificiales (NY Cosmos), los amistosos internacionales (entre otros ensayos) son el fútbol convertido en medio que justifica los fines, el dinero: fútbol business.
Valdano, crítico del G7 (y otros asuntos por el estilo) en nombre de la competitividad y preservación deportiva quedó parado en el revés de su propia voz: es el fútbol el que hace posible la ganancia.
El asombro, si se permite, llega a su clímax cuando encontramos a la benemérita FIFA, rígida, incólume y absoluta censora de las intervenciones gubernamentales en las federaciones de fútbol (asociadas), ahora inmiscuida en las cámaras de representantes de Brasil, sede de la próxima Copa del Mundo (2014).
Pasadas las burbujas de la (ampulosa) elección de sede y el inexplicable(?) festejo de miles de brasileños que no podrán asistir a ninguno de los partidos jugados en su casa, llegan los plazos y la letra chica.
Por segunda vez en dos meses, la Cámara de Diputados aplazó la (programada) votación de la Ley General que regirá el Mundial de Brasil 2014.
Según integrantes de la comisión especial de la Cámara (Baja) que analiza el texto, la postergación fue decidida a raíz de divergencias en torno a la nueva propuesta de proyecto presentada por el diputado oficialista Vicente Cándido.
En encrucijada, el Congreso brasileño debate la aprobación del texto bajo la insoslayable presión de FIFA (la misma que no admite presiones de gobiernos en las federaciones de fútbol).
En enero pasado, durante una visita a Brasil, el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, saludó sin dejar de contar que espera una rápida aprobación de la propuesta.
"El Mundial fue adjudicado a Brasil en 2014, en base a un acuerdo firmado por Lula que cubre todas las garantías. Hemos negociado en 2007 (antes de la elección de la Sede), estamos en 2012 y es hora de poner fin a este tema. El Mundial es mañana, y todavía estamos discutiendo algo que fue acordado y firmado hace cinco años".
Los políticos brasileños quedan enfrentados o, más bien, separados nada menos que por FIFA, la que les impide intervenir en su propia federación de fútbol.
El ministro del Deporte, Aldo Rebelo, aseguró a Valcke que su gestión logrará (antes de fin de marzo 2012) la aprobación de la ley en todas las instancias del Congreso.
No es fácil. La FIFA vende su premio de Sede anfitriona a precios inverosímiles.
La última versión de la ley redactada por el diputado oficialista Vicente Cándido, establece que el gobierno se hace responsable por los daños ocasionados por "acción u omisión" y por fallas en la seguridad, pero, en este caso, sólo si la FIFA o la parte perjudicada no tuvieran ninguna responsabilidad sobre lo ocurrido.
Esa acotación atiende la posición que defiende Brasil pero contradice las intenciones de la FIFA, que pretende que el gobierno asuma totalmente la responsabilidad por cualquier daño, incluso por desastres naturales que puedan generar perjuicios durante el Mundial.
A ese respecto, Jérome Valcke (FIFA), llegó a manifestar que la concordancia del gobierno brasileño en ese punto es fundamental.
Sin embargo, la ministra de Relaciones Institucionales brasileña, Ideli Salvati, descartó de plano esa posibilidad: "Ni pensar. Eso es innegociable. No hay posible discusión". Posición en la que se encolumna el diputado Romario: Desde hace tres semanas que vengo a Brasilia y no pasa nada. Espero que haya una decisión, pero estamos lejos de alcanzar un acuerdo".
Pero esto no es todo. Además de exigir la votación unánime del Congreso brasileño a la ley pretendida (la unilateral responsabilidad civil del gobierno brasileño por cualquier incidente que perjudique la realización del Mundial), el Sr. Valcke no deja espacio de negociación con el asunto del alcohol.
Blanqueando sin problema alguno que Budweiser es un importante patrocinador y que el organismo no admite pérdidas, el hombre explica que "el alcohol es parte del Mundial de la FIFA. No negociamos esto. Tiene que ser parte de la ley una disposición según la cual tenemos el derecho a vender cerveza, no 'caipirinha', sino sólo cerveza."
Otro gran escollo valdanesco para los Diputados brasileños que, por ley, prohibieron la venta de bebidas alcohólicas en los estadios desde 2003 (Estatuto del Aficionado), nada menos que en el país donde más muertes se dan en el escenario del fútbol en Latinoamérica: 42 personas murieron por incidentes entre hinchas en los últimos diez años y el promedio de muertes al año (4,2) creció, entre 2008 y 2010, a 7 muertes.
Pero, con “ánimos negociables”, el bueno de Valcke no deja de recordar a los congresistas que la FIFA ha sido "muy flexible" en otras exigencias, como en el reparto de entradas baratas a la población pobre (otro de los puntos en los que mantiene diferencias con las autoridades brasileñas).
Vemos que se debate sobre el alcohol en los estadios. Que expertos cosmopolitas difieren en sus hipótesis a partir de encuestas, enunciando disparatadas teorías a la sombra de sus propios patrocinadores. Y que opinar es, después de mucha lucha y cuando ya no influye, gratis.
Valga una opinión en este marco que excede a la (no recomendable) bebida alcohólica en los estadios.
La cerveza permitida en un país que la prohíbe (en sus estadios y a sus indígenas) implica la aceptación del Mundial como el aterrizaje de un OVNI en un Estado. Un OVNI que se posará en territorio durante treinta días y al que accederá la más alta clase globalizada (con algunos afortunados que ganarán sorteos de marcas patrocinantes). Un OVNI que exige para su llegada inflexiones en la soberanía legislativa y el propio sistema represivo local para sostener (en orden) a los lugareños que no pueden acceder.
No habrá mayores problemas con el consumo de cerveza en este OVNI. Este tipo de tripulantes (espectadores) no anda por el mundo rompiendo butacas. ¿No Valdano?
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1 comentario:
Ya se están preparando para el mundial 2014, eh?
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