22.02.2012 - En plena Guerra Fría, Unión Soviética lograba el primer alunizaje controlado (Luna IX), las universidades estadounidenses tomadas en contra de la guerra de Vietnam, Jacqueline Kennedy donaba dólares para la restauración de la inundada Florencia (Italia), el Che Guevara de expedición secreta en América latina, Alemania e Israel retomaban diplomacia plena, Timothy Leary despedido de la universidad de Harvard y detenido por tenencia de drogas (LCD) arengaba “sintoniza, conecta, abandónate”, The Rolling Stones brillaban sexualmente con (I can´t get no) Satisfaction por sobre el tibio “quiero darte la mano” de The Beatles y André Courreges (modisto francés) sorprendía con sus inéditos diseños de “minifaldas” que, baratas y atractivas, se multiplicaban por millones a la sombra de Brigitte Bardot.
Entonces, durante julio de 1966, se jugaba en Inglaterra la confusa, polémica y bochornosa 8º edición de la Copa Mundial FIFA. 14 equipos se sumaron a Brasil (campeón en Chile 1962) e Inglaterra (anfitrión): 9 europeos (Francia, Alemania, España, Suiza, Portugal, Hungría, Bulgaria, Italia y Unión Soviética), 4 americanos (Chile, Uruguay, Argentina y México) y 1 asiático (RDPCorea). Los africanos desistieron de participar por denunciar marginación en la repartición de plazas.
El torneo desfiguró en los simultáneos cuartos de final (23.07.1966) donde ya no había llegado Brasil (dirigido por dos jueces británicos en polémicos partidos ante Hungría 1-3 y Portugal 1-3).
Unión Soviética vencía (2-1) a Hungría y Portugal a Corea (5-3). Pero las otras dos series que tenían como protagonistas a los dos candidatos europeos eran de difícil resolución. Así, los definitivos Inglaterra vs Argentina y Alemania vs Uruguay (que inauguraron el Mundial 0-0) habían comenzado a jugarse mucho antes.
La delegación dirigencial argentina llegó al (previo) sorteo de árbitros a la hora estipulada, pero encontraron que elección ya había sido efectuada. Un alemán (Rudolf Kreitlein) pitaría el encuentro entre Inglaterra y Argentina, mientras que un inglés (James Finney) lo haría en el partido de Alemania vs Uruguay.
La niebla londinense traía sospechas, voces y rumores que se confundían con auras celebratorias. Y así fue. Los temerarios arbitrajes del inglés Finney y el alemán Kreitlein (en simultáneo) garantizaron el pasaje de sus naciones a instancias de semifinal.
ALEMANIA 4 URUGUAY 0
Mientras el alemán Kreitlein llevaba adelante Inglaterra – Argentina (en Wembley), el inglés James Finney se encargaba de Alemania - Uruguay (en Sheffield).
Iban (sólo) siete minutos de juego cuando el defensor alemán Schnellinger se estiró para sacar el balón con su mano en la línea de su propio arco tras certero cabezazo del uruguayo Pedro Rocha. "El único ser que no vio el penal fue el árbitro británico que hzio las señas del “siga, siga”.
No pasó mucho tiempo para que Alemania se pusiera en ventaja (Haller ´11) ante la continua superioridad uruguaya".
Apenas empezado el segundo tiempo, ante un cruce entre Horacio Troche (U) y Lothar Emmerich (A), el árbitro inglés Finney expulsa (sólo) al uruguayo (´49) y, cinco minutos después (´54), la vergüenza pública terminó de plantarse ante los 40.000 espectadores de Hillsborouggh (Sheffield): la expulsión del delantero Héctor Silva (U).
Impotentes, los uruguayos respondieron con juego brusco pero, ya diezmados, tuvieron que irse de la Copa con un 0-4.
INGLATERRA 1 ARGENTINA 0
Conociendo los rumores de pasillo, Juan Carlos Lorenzo (Argentina DT) había planteado el partido fiel a su (reconocido) estilo completando un estudiado combo: usar al límite la ley del offside, no entrar en el juego rival, enfriar el partido e impacientar al público de Wembley (unos 90.000 espectadores).
“El árbitro alemán Rudolf Kreitlein era de estatura baja, calvo y mostraba signos de un carácter autoritario. Mientras los ingleses comenzaron a pegar con la venia del alemán, los argentinos sabían que ese no era el camino a seguir… Las faltas que cometían los ingleses eran consideradas por el árbitro alemán como foules comunes. Si los argentinos cometían las mismas infracciones (incluso más leves) eran sancionados.
En el minuto 33, Kreitlein cobró una falta de (Roberto) Perfumo, lo que hizo que el zaguero le proteste al árbitro y el alemán anotó un nuevo nombre argentino en su libreta. Antonio Rattín asumió el rol protagónico y mostrándole la cinta de capitán pidió un intérprete al árbitro que lo miró y, sin entender una palabra de castellano, decidió que el jugador le había hecho un corte de mangas (luego declaró que Rattín lo miró con mala intención) y lo expulsó. Ahí comenzaron los primeros empujones y algunos jugadores argentinos querían retirarse de la cancha mientras Rattín se negaba a irse.
Tras diez minutos de protesta (partido suspendido) fue sacado por la policía y acompañado por Ken Aston (cabeza del comité arbitral) pero el camino a los vestuarios fue lento y durante su trayectoria, el jugador argentino gesticulaba contra los hinchas ingleses y les mostraba su camiseta. Al pasar por un vértice de la cancha estrujó el banderín de un córner (una bandera británica) y el público terminó de enloquecer arrojando todo tipo de cosas.
En el segundo tiempo y con un monólogo de centros (único argumento de ataque de los ingleses) Hurst pudo vencer la valla defendida por el arquero Roma con certero cabezazo.
Al finalizar el encuentro, varios jugadores argentinos, titulares y suplentes, se abalanzaron sobre el árbitro que tuvo que retirarse con una fuerte custodia policial.
El inglés presidente de la FIFA, Stanley Rous, aprovechó estos hechos para multar al seleccionado albiceleste con la máima sanción monetaria permitida, 1000 francos suizos, y no pudo excluir a la Argentina de los siguientes mundiales, porque encontró una fuerte oposición en el resto de las delegaciones latinoamericanas y algunas europeas.
Los aficionados locales calificaron de “Animals” a los argentinos, al igual que el técnico Alf Ramsey, que además impidió con vehemencia que sus jugadores intercambiaran camisetas con los sudamericanos, incluso sacándoselas de las manos a quienes las habían cambiado.”
Finalmente, Inglaterra y Alemania se encontraron en la (no menos bochornosa) final y, desde el próximo mundial (1970) a fin de evitar escenas en los campos de juego, se establecieron las tarjetas amarilla y roja.
Fuentes: el entrecomillado pertenece al libro "Historias Mundiales" de Eduardo Cantaro.
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Fuentes: el entrecomillado pertenece al libro "Historias Mundiales" de Eduardo Cantaro.
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4 comentarios:
Lo de la eleccion de arbitros cuyos paises pueden ganar el campeonato es una descarada invitación al contubernio por parte de la FIFA. Increible!
De antaño son los robos de la FIFA
El dinero domina al mundo.La F.I.F.A.es responsable de este mundial bochornoso.
Este mundial y muchos otros fueron comprados por los europeos a la FIFA
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