07.08.2012 - Eran otros tiempos. Otros atletas, otros dioses, otras civilizaciones. Sobre todo, era otra historia. Los que competían estaban desnudos, simplemente porque la religión no condenaba al cuerpo. Los Juegos Olímpicos honraban al dios Zeus y, para hacerlo, se suspendían las guerras. Durante el tiempo de la competencia, los soldados dejaban sus armas y viajaban a Olimpia, transitando libremente por territorios enemigos. Desde siete días antes hasta siete días después, había paz.
Así fue, por lo menos, desde el 700 hasta el siglo II a.C., cuando Roma los conquistó. Luego, los cuerpos se cubrirían y el nuevo dios no vería la paz como una manera de honrarlo. Lo alabarían de otra manera. Por ejemplo, incendiando la Biblioteca de Alejandría, donde se reunía todo el saber que había alcanzado hasta entonces nuestra civilización.
En nuestro agosto de 2012, mientras los atletas compiten, las guerras continúan. Supongo, lector, que si vio la escena debió intuir la insensatez humana: los representantes de Siria desfilando con su bandera, ante el secretario general de las Naciones Unidas, el señor Ban Ki-moon, mientras la muerte arrasa a su país en estos días, cuando la guerra se expande y toma otra dimensión.
Los combates se concentran en Alepo, la capital económica siria, donde comenzó la utilización masiva de los grandes medios militares que posee el gobierno. El desastre humanitario es inmenso: 200 mil personas huyeron de la ciudad. La intensidad del combate permite suponer que no es probable que el conflicto se mantenga mucho tiempo.
La batalla de Alepo es decisiva. Así lo reflejan los corresponsales, quienes unánimemente sostienen que ninguna de las dos partes podría soportar la pérdida de ese territorio. Si en Alepo se juega el destino de la guerra, es probable que en los próximos días asistamos a una escalada de las presiones internacionales: Rusia y China por un lado, las potencias occidentales por otro. (Dante Caputo, Diario Perfil)
A días de que el abanderado sirio, Majed Aldin Ghazal, desfilara por la inaugural Villa Olímpica de Londres, la guerra no sólo continúa sino que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, autorizó las operaciones encubiertas para apoyar a los rebeldes sirios.
Se discute aquella frase que dice “todo tiempo pasado fue mejor”. No en este caso, cuando los dioses eran honrados por la paz olímpica.
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