Un “safari” (viaje) a la esencia espiritual de África, donde magia, brujería y superstición se constituyen en exégetas del mal y lo inexplicable de modo de sobrellevar (mejor) este misterio que es la vida.
Adivinos y hechiceros elevados por la insatisfecha necesidad de seguridad y protección espiritual reciben entre sus más habituales clientes a plurales jugadores de fútbol.
Paseos de madrugada por el cementerio, ungüentos en los pies (contra lesiones), entierros de pociones (para que el rival juegue como si estuviera muerto), pieles de vaca, sangre de gallina, entierro de cabras, pezuñas de cebra, grasa de león...
La Confederación Africana de Fútbol intentó prohibir la brujería en el fútbol mucho antes del anuncio de que Sudáfrica sería anfitriona del Mundial 2010. Pero es inútil. Nigeria, Ghana, Sudáfrica, Tanzania… en toda África los espíritus tienen casi más trabajo que sus terrenales habitantes que respetan la inevitable influencia de las almas de los antepasados.
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