25.03.2013 - Era 1973. En septiembre comenzaban las eliminatorias mundialistas (Alemania 1974) y Argentina, que había quedado afuera de México 1970, se planteaba la clasificación como fundamental. Enrique Omar Sívori llevaba (sólo) tres años de ex jugador y uno como DT de la selección (reemplazó a Juan José Pizzuti en agosto de 1972).
Con más ambiciones que experiencia, Sívori planteó la “prioridad” a la selección en tiempos de una AFA intervenida (y desorganizada).
Los primeros rivales eran Paraguay y Bolivia y el problema de la altura de La Paz (3.650 metros sobre el nivel del mar) ya estaba plasmado en la agenda de Sívori.
El plan fue armar un equipo paralelo y anticipado que tuviera tiempo de realizar una aclimatación en la altura. Convocó jugadores del medio local que habitualmente no formaban parte del plantel nacional y con (su ayudante de campo) Miguel Ignomiriello a la cabeza, los envió a entrenar a la jujeña ciudad de Tilcara (3139 metros sobre el nivel del mar) durante más de un mes para que se acostumbraran a las exigencias geográficas de la capital boliviana.
Mario Kempes, Ubaldo Fillol, Ricardo Bochini, Rubén Galván, Ruben Glaría, Marcelo Trobbiani, Aldo Poy, Oscar Fornari, Juan José López, Daniel Tagliani, Osvaldo Cortés, Jorge Troncoso, Néstro Chirdo, Jorge Tripicchio y Reinaldo Merlo formaron parte de aquella (des)ventura (mientras una selección “titular” se iba de gira a España).
La AFA intervenida y desorganizada en combo con la desinformación (sin recursos tecnológicos) de las actividades realizadas en Tilcara, hizo que un periodista bautice a aquel equipo como “la selección fantasma”. Pocas veces tan atinado un título.
“Los dirigentes de AFA se olvidaron de nosotros… Fijate que ni siquiera se acordaron de mandar un árbitro para dirigir estos partidos… Si no fuera por Ignomiriello que tuvo que ir a buscar ropa a una firma comercial, ni eso teníamos…”, decía Jorge Troncoso.
“La AFA se olvidó de nosotros y la pasamos realmente mal. Estábamos en un hotel de mala muerte y no teníamos ni para comer. Teníamos pactados dos amistosos y terminamos haciendo seis o siete a cambio de dinero. Así comprábamos las cosas en un supermercado y alguno hacía la comida. Volví con 7 u 8 kilos menos”, escribió Mario Kempes en su libro “El Matador”, años después.
En efecto. De Humahuaca (Jujuy) a Mina Aguilar, una mina de plata ubicada a 4000 metros de altura, dormida en el alojamiento de la compañía que explota el yacimiento, bajada a La Quiaca y partido con un equipo lugareño.
El periplo que aquella “selección fantasma” empezó el 1 de julio de 1973 en el Campo de Estancia Chica. Siguió por Luz y Fuerza (el campo de entrenamiento en Castelar), hotel de la avenida Callao, Ezeiza, Jujuy, Humahuaca, Tilcara, San Salvador de Jujuy, Tilcara, Humahuaca, Mina Aguilar, La Quiaca, Tilcara, San Salvador de Jujuy, Ezeiza, avenida Callao, Ezeiza, Lima (Perú), Cuzco, La Paz…
“Si vine aquí es porque a último momento nos dieron 300.000 pesos, porque además de todo los que nos pasó, no jugar en el club y perder plata encima sería estúpido… Y lo primero que necesita un equipo para andar bien es ritmo. ¿Cómo se entiende esto? Y lo pregunto: ¿para qué nos concentraron desde el 1 de julio? ¿Por qué no nos dijeron el primer día que nosotros vendríamos únicamente a Bolivia? En Tilcara, con tanta soledad, el ánimo me llegó al sótano - contaba Juan José López – Sívori nos aseguró que jugaríamos cuatro partidos acá y cuatro en Cuzco. Con los premios de esos ocho partidos más o menos juntábamos unos pesos… y venimos acá y nos enteramos que sólo son tres partidos… Estoy cansado de todo esto…”
Otro partido fue contra un combinado dirigido por José Yudica (entonces DT de Altos Hornos Zapla) en la cancha de Gimnasia y Esgrima de Jujuy: fue un silbado 0-0 que se logró gracias a que el penal provocado por Reinaldo Merlo (mano en su área) fue desviado.
“No jugamos jamás un partido juntos, estamos fuera de ritmo”, decían los jugadores ante los silbidos de los espectadores jujeños. Rubén Galván, volante central, jugando de 10 y Osvaldo Cortés marcando punta izquierda por primera vez en su vida fueron algunos mosaicos de muestra:
“Me molesta que no se hable claro y de frente, pero hay cosas que no entiendo – decía Cortés – Rosi, Correa, Pernía, marcan punta derecha, yo en mi vida lo hice y tengo la cancha al revés. No me importa ser suplente, pero lo lógico es que juegue de ese lado alguien que lo haga siempre.”
Horacio Escudero, médico psicólogo que viajó con el equipo, sufría repetidos dolores de cabeza y lo disimulaba: “para que ellos no se enteren, porque acá cada problema individual perjudica aún más al grupo.” El otro doctor (Rodríguez) y el profesor Cancela completaban la “delegación”.
“Ya le sentíamos mal olor a la cosa - decía Ruben (Hueso) Glaría - de repente Sívori agarró un papel y leyó a tod velocidad la lista de los que veníamos a Jujuy, Cuzco y La Paz. Terminó y dijo: Mañana voy a Luz y Fuerza a hablar con ustedes. Lo esperamos en vano. Nunca más lo vimos. Menos mal que Ignomiriello se ha preocupado mucho por nosotros porque sinó no hubiéramos podido aguantar más. Las noches silenciosas de Tilcara nos volvían locos… Cuando jugamos un rato en Humahuaca la cabeza pesaba una tonelada… Todo ha venido mal barajado y nunca se habló claro…”
“Acá hay chicos que necesitan la plata para llevar a la casa y por eso se aguantan todo – decía Ubaldo Fillol – Todos tenemos la moral por el piso por la forma como se manejó todo y como nos han dejado a un costado sin que nadie se interese por nosotros… Y nosotros sabemos que es posible que no juguemos ni el partido de La Paz…” Efectivamente, Fillol no jugó aquel partido en La Paz, el arquero fue Carnevali.
Hubo un jugador que se plantó: Reinaldo Merlo. El doctor Horacio Escudero elaboró el informe contando un diagnóstico de “alternancia emotiva, afectado psicológicamente por la prolongada concentración en un ámbito geográfico donde no se adecua a sus características…”
“La verdad es que no aguanto más esto – decía un joven Mostaza Merlo – fuimos a Tilcara y la tristeza me agobiaba. El otro día estuvimos practicando y cuando fuimos a bañarnos no teníamos agua caliente… A nosotros nos dejaron en un hotel céntrico, llamábamos a los dirigentes y no venía nadie. Ignomiriello se fue a Salta y Jujuy por varios días a arreglar todo y quedamos en banda. Queríamos salir y el profesor Cancela no podía, lógicamente, darnos permiso. No sabíamos cuando viajábamos, dónde íbamos, cuánto tiempo estaríamos afuera…”
Ni ellos ni nadie lo sabía. La soledad de Tilcara no llegaba a Buenos Aires por ningún medio. Los jugadores debieron organizar partidos amistosos con equipos locales a cambio de dinero, ya que esa era la única manera que tenían para poder conseguir alimentos, que ellos mismos cocinaban.
Argentina empezó la eliminatoria goleando (4-0) a Bolivia en casa (Bombonera), después empató (1-1) vs Paraguay en Asunción y luego llegó el turno de la “selección fantasma”. El 23 de septiembre de 1973, el estadio Hernando Siles completaba sus gradas con 30 mil espectadores y el árbitro brasileño Arnaldo Coelho daba el pitido inicial. Argentina formaba con: Daniel Carnevali; Rubén Glaría, Angel Bargas, Daniel Tagliani y Osvaldo Cortés; Roberto Telch, Rubén Galván y Aldo Poy; Oscar Fornari, Rubén Ayala y Mario Kempes.
Fue 0-1 con gol de Oscar Fornari, su único gol en su único partido con la Selección Argentina, partido que fue también el debut oficial albiceleste de Mario Alberto Kempes.
FUENTES: EL GRAFICO, PERIODICOS DE EPOCA Y SITIOS DE INTERNET
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