11.07.2013 - La represa energética que mueve y da vida al fútbol excede en largo al deporte rey. Tan grande esa energía de masas que al cobijo de sus costas, en clubes hechos marca, viven (además de jugadores), entre otros, heterodoxos empresarios y modernos políticos. Lo que pagaría un político por llenar un estadio como lo llena Messi o un empresario por hacer un producto Cristiano (?)
Pero las masas fueron, son y serán dirigibles con mayor o menor suerte…
No al margen del atípico fútbol estadounidense (tan atípico que se lo llama soccer) surge una innovación propia del sitio: acaso con ánimos superadores y/o vanguardistas, la dirigencia del New York Red Bulls de la Major League Soccer (MLS) envió un comunicado a sus tres grupos (reconocidos) de hinchas.
El “Empire Supporters Club”, los “Garden State Ultras” y la “Viking Army” pudieron leer que si se abstienen de seguir con la (joven) tradición de gritar el famoso “You sick asshole” al arquero rival en cada saque de arco que practica, recibirán u$s 500 por partido (jugado en el Red Bull Arena de Nueva Jersey).
La condición impuesta por los dirigentes es que el pago sólo se cumplirá cuando la sumatoria llegue a u$s 2000, vale decir, que para hacerse del dinero los hinchas deberán callarse durante cuatro partidos seguidos.
Incluso fuentes del club salieron a hacer pública la medida calificando de “cínicos” a quienes vean la iniciativa como un “soborno”, ya que se trata de “justificar los medios importantes de la compañía”.
Si bien se busca proteger el clima familiar y los oídos del público conservador (obviamente) no es cuestión de cultura deportiva ni viable sociabilidad. El impacto negativo trasciende largamente al público asistente y repercute en las cadenas televisivas, los patrocinadores y, en definitiva, en el desarrollo del soccer estadounidense que pretende hacerse un hueco (de rentable crecimiento) entre el basquet, el fútbol americano, el béisbol y el hockey sobre hielo.
Los insultos de la tribuna, típicos en el fútbol de todo el mundo, son una preocupación para los rectores de la liga estadounidense (MLS). El otro club en hacer público su llamamiento a poner fin a 'YSA' es el Real Salt Lake, que no tiene ningún interés en el pago de su cumplimiento y se avino a los clásicos castigos, empezando su camino en la vía punitiva con la revocación de los privilegios de estacionamiento.
Los castigos, en general, nunca desaparecieron del horizonte. La quita de la bandera, de bombas de humo, “privilegios” de carteles, bombos y tambores, pases de estacionamiento, “animador” de hinchada y hasta el propio carnet están bien enumeradas. No obstante todos sabemos que “el cliente siempre tiene razón (?)”. La manta del público del soccer, si bien en crecimiento, también es corta.
Algunos hinchas de los Red Bulls se animan a hacer cuentas. “El dinero será entregado en paquetes de $2,000, por lo que ésto significa que el ‘YSA’ no se debe de escuchar en cuatro juegos consecutivos. Sólo así se le entregará el dinero a los aficionados”, reza el comunicado. Los gastos de viajes, las pancartas y los megáfonos de la hinchada serían trocados por silencio (?)
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