24 de enero de 2014

Moise Katumbi, el Abramovich africano.


El fútbol fue como dulce de leche para las moscas. Grandes magnates fueron llegando y hace un rato que ya puede armarse un ránking de millonarios dueños de clubes de fútbol. Roman Abramovich en el Chelsea inglés fue uno de los desembarcos más mediáticos, Nasser Al-Khelaifi en el PSG (Francia), Mansur bin Zayed al Nahyan en Manchester City (Inglaterra) y Dmitry Rybolovlev en Mónaco (Francia) también hicieron ruido. Hablar de Mauricio Macri (Boca Juniors, Argentina) o Sebatián Piñera (Colo-Colo, Chile), sería una breve adecuación político-latinoamericana del asunto. Y mencionar a Moise Katumbi acaso una adaptación africana.

Moise Katumbi (49), gobernador de Katanga, la provincia más sureña de la República Democrática del Congo, preside por estos años el TP Mazembe, devenido en el club más ganador del país.

Mazembe lleva adelante las iniciales TP (Tout Puissant, “Todo Poderoso”), título autorreferencial añadido después de ganar su primer título de Liga invicto en 1966, pero se apodan Les corbeaux (los cuervos) a pesar de la imagen de un cocodrilo estampada en su escudo (?). La sede del club se asienta en Lubumbashi, capital provincial y segunda ciudad congoleña que, por estos días, asiste a la construcción de un tanque de agua (2500 metros cúbicos) con el que se planea aumentar en un 80% el suministro de agua potable para sus 1.5 millones de habitantes (a cambio de u$s 37 millones financiados por el Banco Mundial).

Moise Katumbi, hijo del judío sefardí Nissim Soriano, nació en Katanga luego de que su padre llegara allí huyendo, entre la Primera y Segunda Guerra Mundial, de la isla de Rodas (entonces controlada por el fascismo italiano) y es gobernador provincial desde 2007.

Volvió al país en 2003, después del largo período de guerras civiles dadas desde la misma independencia congoleña (1960) con su cénit de muerte y violencia en los últimos cinco años (1998-2003), en lo que se llamó “La Segunda guerra del Congo”: los combatientes provenientes de 9 naciones (bajo la sombra de Estados Unidos), más las 20 facciones armadas nacionales, lo convirtieron en el conflicto continental africano más grande de la historia, provocando la muerte de 3.8 millones de personas (mayormente por hambre y enfermedades prevenibles), cifra que pone al conflicto como el más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial, sin contar los refugiados.


Unos 20.000 soldados de Naciones Unidas permanecieron en el Congo para llevar a cabo la misión de paz más grande del mundo. No obstante, la ONU fue públicamente criticada por organismos de derechos humanos luego de que se supiera de la violación masiva de 240 mujeres, niños y bebés entre miles de asesinatos (hacia 2010, en pleno Mundial sudafricano).

Pese a la paz formal alcanzada en 2003 en Pretoria y al acuerdo de establecer un gobierno de unidad nacional, la institucionalidad estatal sigue siendo débil y escasa en grandes sectores del país, donde existen todavía brotes esporádicos de violencia.

Con el agua más calma, una relativa paz y cierto “orden institucional”, Moise Katumbi pudo comenzar a desplegar sus negocios en paralelo a una carrera política (Partido del Pueblo para la Reconstrucción y la Democracia) que le obligó pasar a nombre de su esposa el conglomerado empresarial (minera MCK, patrocinadora del Mazembe). En este marco, el TP Mazembe se convirtió, en muchos aspectos, en un club modelo a nivel continental.

13 ligas, 5 Copas del Congo, 4 Ligas de Campeones, 1 Recopa Africana y 2 Supercopas de la CAF se suman a la histórica final de la Copa Mundial de Clubes (derrota vs Inter, 2010) que multiplicó el nombre del TP Mazembe a nivel global.

La voz de Moise Katumbi entonces salió al mundo (a través de CNN, claro): “El fútbol es algo muy bueno para los niños, porque los aleja de hacer cosas malas… Pueden ayudar al país, al equipo nacional y a sus familias porque hoy podemos ver que el dinero que entra al fútbol es una locura”.

Sin más, el presidente optó por invertir en jugadores congoleños y asalariarlos a nivel europeo para evitar su exportación. De tal modo, los sueldos de los jugadores son de hasta U$s 3.000 semanales en un país donde el sueldo promedio es de u$s 120.


“El TP Mazembe da el 80% de sus jugadores al equipo nacional del Congo”, dice orgulloso Katumbi, “Tenemos más de 2.000 jóvenes en nuestra academia, entrenando para ser el próximo Messi o Ronaldinho. Es como hacer programas sociales para la gente, por eso estoy en el fútbol, porque es social y no me gusta que nadie sufra”.

El presupuesto ayudó al TP Mazembe a ganar la Liga de Campeones Africanos en 2009 por primera vez en más de 40 años, y su postrera clasificación para el Mundial de Clubes FIFA.

Para los jugadores fue un momento muy significativo. Para la gente, acaso una bocanada transformadora en un país abatido por la guerra.

“Mi vida estuvo en riesgo muchas veces, pero con el fin de la guerra estoy feliz de que haya paz”, dijo (también a CNN) el capitán del TP Mazembe, Tresor Mputu, antes de su debut en el Mundial de Clubes 2010. “El futbol es un enorme factor de desarrollo en África, sobre todo en Congo. La gente ama el fútbol, y unifica aún en tiempos de guerra”.

El éxito de Mazembe (finalista) multiplicó la popularidad de Katumbi en todo el Congo, tanto, que el empresario pasó a ser visto como presidenciable. El 90% de Katumbi vota a su favor, allí es otro rico millonario adorado por multitudes pobres a la espera de que de su mano se desprendan agua, caminos y hospitales.

Su ambición política ya levantó voces disidentes tras frontera. Especulación, opacas cuentas de gestión, control sobre los medios de comunicación locales y el conflicto de intereses con las empresas a nombre de su esposa son temas a resolver (?). Mientras tanto, los resultados del exitoso TP Mazembe siguen hablando por él.


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