13 de diciembre de 2012

Darío Franco llega a la U de Chile.


13.12.2012 - No tardó en cristalizarse la (anunciada) llegada de Jorge Sampaoli (DT) al banco de la selección chilena. El tricampeonato nacional logrado con la Universidad de Chile sumado a la espectacular Copa Sudamericana (2011) terminaron por derribar la puerta de la Roja sobre el nombre de Claudio Borghi (DT saliente) por la que el hombre de gorra hizo su ingreso triunfal.

De argentinos se trata. Desde el (revolucionario) proceso de Marcelo Bielsa al frente de la selección chilena, la ANFP se pone anteojos trasandinos a la hora de acopiar requisitos técnicos.

De este modo la U de Chile salió a buscar al reemplazante de Sampaoli. El argentino Ricardo Gareca (entrenador de Vélez, último campeón argentino) y el uruguayo Jorge Fossatti (entrenador de Cerro Porteño, último campeón paraguayo) fueron las altas y primigenias apuestas.

El representante Pablo Ceijas salió a agradecer el convite contando que el Tigre Gareca “declinó la posibilidad” de cruzar la cordillera. Y el propio Fossati, menos diplomático, aclaró que “tengo ganas de seguir en Cerro… si no ¿qué estaría haciendo acá”.

Ya dividida en opinión, la dirigencia de la U fue por su tercer nombre: el (también) argentino Darío Franco (43). Menos rutilante y experimentado; acaso más parecido a Bielsa (?), hermano menor de Sampaoli (?).



Jugador dirigido por Marcelo Bielsa (Newells campeón), colaborador suyo como observador de rivales y pasante en el Pinto Durán (campo deportivo de la selección chilena) durante la gestión de “el Loco” y una reciente y loable campaña en la B argentina (Instituto) eran matices débiles.

Las dudas dirigenciales (de la empresa que gerencia el club) se disiparon cuando Franco terminó la exposición de su proyecto. Una detallada explicación de su sistema de juego predilecto (3-3-1-3) en combo con un más exhaustivo informe de cada jugador de inferiores (con minutos de juego y rendimientos físicos) fueron las gotas que llenaron el vaso hacia la firma.

Así, levantada la (única) barrera contractual que entorpecía el trámite (revisión de contrato al primer semestre), Darío Franco se calzó el buzo de entrenador de la U de Chile con un acuerdo de 18 meses (revisión a los 12) y u$s 700.000 a repartir en el cuerpo técnico (Hernán Franco, Alberto Gómez, Paulo Garbetti y Pablo Sala), el mismo salario inicial de Jorge Sampaoli (que terminó cobrando u$s 1.300.000 anuales).

"Es el desafío más importante de mi carrera", fueron las primeras (y protocolares) palabras de Franco. “Hay una gran presión y la aceptamos. Confiamos en el plantel y en nuestra capacidad. De ninguna manera Sampaoli será una sombra".

Pero las sombras no se despejan con discursos; lo sabe Borghi, tendrá que demostrarlo Sampaoli y, un escalón debajo, el propio Franco. La huella bielsista en Chile no sólo es profunda sino que está viva.

Franco debutó como entrenador en el mismo Morelia (México, 2006) que lo vio retirarse como jugador (2004), pasó por los Tecos (06-07) y Atlas (08-09) para volver a Argentina con algo de roce, donde (el modesto) San Martín de San Juan hizo de trampolín para su llegada a la Córdoba natal: Instituto (Nacional B).

Su gestión cordobesa (21.06.2011 – 11.11.2012) fue la que detonó su nombre. Fue el año en que Ríver, junto a Rosario Central, Gimnasia y Esgrima, Huracán, Quilmes, Chacarita y Ferro hicieron del Nacional B el torneo paralelo de la Primera División.

Y fue que Instituto, con su dinámica ofensiva, toque corto y explosión, los miró a todos desde arriba durante dos tercios del torneo. Las miradas del fútbol argentino se posaron sobre Instituto (y sobre el Newells de Gerardo Martino, otro hijo de Bielsa).

En la brillante campaña de Instituto, Franco promocionó a Dybala, Burzio, Olivera, Piermarteri, Bernardi, Bianchi, Correa, Gotti y Gastaldi. Y Paulo Dybala (17) se convirtió en “la joya” para irse a Palermo (Italia) sin conocer la Primera argentina.

Precisamente el descubrimiento de “la Joya” fue el inicio del fin. La novela y manejos de su pase fueron la ruptura dirigencial. El desgaste físico y mental del (observado) plantel más el (tenso) entorno institucional hacia las últimas fechas provocaron una importante merma en el rendimiento.

Instituto perdió puntos importantes en la recta final. River fue (unánime) campeón y los pibes de Franco tuvieron que dirimir la promoción de ascenso con el (unánime) San Lorenzo de Almagro.

Instituto no ascendió. Su plantel se cotizó: Dybala, Barsottini, Encina, Fileppi, Gagliardi, Lagos, Videla y Sills fueron vendidos. Al cabo de pocas fechas del nuevo torneo, de magros resultados y la renuncia de la parte dirigencial que lo había acercado al club, Darío Franco cesó sin apoyo.



Así llega Franco a Chile, acaso como otro hijo de Bielsa, calificado de fundamentalista, obsesivo, ofensivo, intenso y (no poco) ofuscado. Características menos garantistas de éxito que de curiosas similitudes a un maestro ausente.

Aprendiendo también el capítulo mediático de su profesión, Darío Franco aparece en su presentación oficial con una mano vendada: "La venda que llevó en mi brazo es porque no me gustó como estaba jugando mi equipo y en un entretiempo le pegué a una chapa de la puerta del camarín."

Isaac Díaz, César Cortés y Ramón Fernández (la gran figura del Torneo de Clausura) son los nuevos recursos que la empresa Azul Azul pone a disposición del entrenador.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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