Hace 12 años, el estadounidense Franz Gastler aterrizó en Jharkhand, uno de los estados más pobres de la India. Meses después fundaba Yuwa, un programa que ha encontrado en el fútbol femenino una potente herramienta para alejar a las jóvenes de los trabajos forzados, los abusos y los matrimonios concertados.
Los abusos sexuales, el tráfico de personas y los altos índices de analfabetismo son algunos de los lastres que, según la ONU, impiden que la India progrese en materia de Derechos Humanos. En este contexto, y en un país con una cultura abiertamente patriarcal y una enraizada estructura social basada en castas, las mujeres son las más vulnerables. De ahí que, en 2018, un estudio cualitativo de la Fundación Thompson Reuters calificase al país asiático como el más peligroso del mundo para las mujeres. Los datos lo avalan: cada 22 minutos se denuncia una violación en el país. Solo en 2016 se registraron más de 38.900 casos. De ellos, 20.000 tenían como víctima a un menor.
Cuando, en 2007, el estadounidense Franz Gastler llegó a Jharkhand (uno de los estados indios más pobres), se topó con esa dura realidad. Por entonces, él tenía 27 años y quería «ayudar a los más desafortunados». Tras calibrar varias opciones, abrazó la idea más «intrépida»: se instaló en una casa hecha de barro y se unió a una ONG local. Comenzó impartiendo clases de inglés mientras que en su tiempo libre jugaba al fútbol con los niños que, asegura, cuando oían su ruidosa moto, salían del colegio en su búsqueda.
Inmerso en esa rutina, Gastler se percató de que en la India, «mientras los niños jugaban, las niñas trabajaban». Y es que, en Jharkhand, solo el 50% de las niñas van a la escuela. Así que, cuando un día una de sus alumnas le dijo que quería jugar al fútbol, la idea surgió sola. Un año después de su llegada al país asiático, el emprendedor, natal de Minnesota, fundó Yuwa, un programa que ha encontrado en el fútbol femenino una potente herramienta para mejorar la vida de las jóvenes y alejarlas de los trabajos forzados, los abusos y los matrimonios concertados, prácticas frecuentes en las zonas más rurales del país.
El primer equipo organizado por Yuwa estaba integrado solo por 15 niñas. En la actualidad, cuenta con cerca de 250 jóvenes, de las cuales 150 «entrenan todos los días», ha explicado Gastler a Ethic en su reciente visita a España. Yuwa, en colaboración con grandes empresas, entrega becas de alcance internacional. Concretamente en España, este año un grupo de diez jugadoras han viajado hasta Donostia para recibir formación como entrenadoras por parte de los técnicos de la Real Sociedad.
Aunque unas pocas han logrado incorporarse a equipos nacionales o han recibido formación por grandes personalidades del mundo del deporte, otras han seguido la tradición de su país y han contraído matrimonio a una edad temprana. «Al final se trata de darles una oportunidad para un futuro que antes no tenían», comenta. En este sentido, para mejorar la calidad de vida de estas niñas en todos los sentidos, Yuwa, en proceso de convertirse también en una escuela, se ha apoyado en iniciativas que persiguen el mismo objetivo.
Una de ellas es Blendhub Corp, una firma asentada en España dedicada a la producción de alimentos en polvo para la preparación de lácteos, panificados, carnes o productos vegetales, que junto con la organización sin ánimo de lucro Feed a Billion, trabajó durante tres meses para conseguir un producto que garantizase que las niñas de Yuwa tuviesen una mejor alimentación. Y es que, siguiendo las tradiciones indias, los hombres de la familia tiene preferencia frente a las mujeres y las niñas, que son las últimas en recibir los alimentos en casa.
Lo disruptivo de esta compañía es su capacidad para fabricar los alimentos en cualquier rincón acortando la cadena de distribución gracias a sus «fábricas portátiles», que caben en un contenedor. Su mínimo tamaño (unos 20 metros cuadrados) permite que puedan enviarse por mar y tierra allí donde coinciden el agricultor o el ganadero y el consumidor. ¿La consecuencia directa? Un importante abaratamiento del producto final.
«Mil millones de personas se van a dormir con hambre. Queremos luchar contra esa realidad optimizando la cadena de suministro de alimentos», sostiene el fundador de Blendhub, el danés Henrik Stamm Kristensen. Para ello, se trasladaron fábricas portátiles cerca de la zona donde viven las niñas de Yuwa, se adquirieron ingredientes locales y se utilizaron recetas también de la zona para crear un alimento nutritivo en forma de batido que, sometido en todo momento a un control de calidad, se distribuyó luego diariamente a las más de 400 niñas del equipo de Yuwa.