30.04.2013 - Independiente está al borde de su primer descenso de categoría en 108 años de historia y los vecinos de la cancha, aun en la tristeza de los colores, toman la esperanza como placebo ante lo que pueda ocurrir en el barrio. Se trata de un mosaico de muestra de cómo se vive el fútbol en Argentina, una patología social que acaso, según la lente, pueda ser vendida como “folklore” o “pasión”.
“…Lo que más se siente por acá es tristeza, no rabia. Enojo va a haber más adelante, cuando ya no haya salvación…” dice Pipo, vecino de la calle Alsina, frente una de las entradas a populares del (estadio) Libertadores de América.
El antecedente inmediato es Ríver: el 26 de junio de 2011, cuando descendió River, hinchas y barrabravas millonarios saquearon unos 60 negocios del barrio de Núñez y destrozaron más de 150 coches estacionados en los alrededores del Monumental. “No creo que lleguemos a eso. River es River; nosotros somos distintos. Aunque imagino que el dolor es el mismo", dice Susana (vecina de 75 años).
Dice Pipo: "Aunque ganemos algún que otro partido, la verdad es que Independiente no juega a nada. Y para mí no es lo mismo irse a la B dejando todo hasta el final, que bajar los brazos y resignarse cuando todavía faltan ocho fechas… Por ahora, en el barrio se palpa la tensión, pero de alguna manera eso es normal. En caso de que nos vayamos, lío vamos a tener sí o sí, no sé si con la barra o con quién, porque acá estamos a metros de la popular. Hoy por hoy, está todo tranquilo. Triste, pero tranquilo."
Susana (75) (foto), cuyos padres terminaron de pagar el terreno de su casa (que hasta entonces pertenecía al club) cuando ella nacía cuenta que "esta semana le prendí una (vela) a San Expedito, porque es el que ayuda en las causas urgentes…”
Christian (29) agrega que "en la época de Julio Comparada, la policía y los hinchas se agarraron acá después de un partido con Peñarol, así que, si eso fue por un partido, me imagino lo que va a ser si nos llegamos a ir a la B."
"…el barrio es tranquilo, pero en cualquier momento pasa algo porque en el club hay demasiadas internas y alguna gente quiere que el equipo descienda…"
La tensión que se ve en los jugadores de Independiente, en su entrenador y su dirigencia no es ajena a la del barrio. O viceversa: el fantasma que desborda el estadio inunda las calles aledañas…
"Antes los insultábamos más. Pero como vimos que con el insulto no pasaba nada, empezamos a apoyarlos. Lo increíble es que eso tampoco funciona. Por eso la gente se pone loca, porque los jugadores no captan el apoyo", razona Christian, entendiendo que el no resultado es producto de oídos sordos.
"El equipo ya está jugado y el hincha de por sí es violento", dice Estela (63) que, desde hace 20 años, atiende el quiosco de la esquina de Alsina y Pasaje Bochini: "La gente de mi edad está triste, los violentos son los más jóvenes. A mí me asusta lo que pueda pasar porque no tengo cortina metálica y este quiosco es mi único medio de vida. Pero aunque atienda por la ventanita o apague la luz y cierre, ¿qué podría hacer? Yo sé que en el barrio la gente es tranquila, pero el fútbol no se escapa de lo que es el resto de la sociedad."
Nuestro fútbol argentino…
FUENTE DECLARACIONES: LEONARDO TARIFEÑO (LA NACION)
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